David Sánchez (Director del Mik, Centro de Investigación de Mondragon Unibertsitatea): «Hay que mejorar la aportación universitaria al tejido empresarial transfronterizo»
Los investigadores de MU participan junto a la Universidad de Vic, la de Pau, la ESTIA de Baiona y Bidasoa activa en un consorcio que impulse la competitividad empresarial
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
Las instituciones públicas, los centros educativos y el tejido económico de ambos lados del Bidasoa llevan ya muchos años tratando de fortalecer lazos que permitan a las empresas colaboraciones y proyectos comunes en un contexto transfronterizo. Este reto, en el que se han logrado ya muchos avances, da un nuevo paso con la creación de un consorcio en el que participan Bidasoa activa, la Escuela de Ingenieros de Bidart (ESTIA), la Universidad de Vic (Cataluña), la Universidad de Pau y el Centro de Investigación Mik de Mondragon Unibertsitatea. David Sánchez es el director de éste último.
-¿Qué objetivo concreto persigue esta alianza?
-El objetivo principal es hacer coincidir la capacidad de creación y la aplicación de conocimiento del entorno universitario con las necesidades del tejido empesarial del entorno transfronterizo. Este proyecto nace de un diagnóstico previo que indica que la relación actual no es lo bastante buena, por lo que vemos una oportunidad de conseguir un instrumento que ayude a las empresas. Queremos ver qué conceptos hay que trabajar, qué es lo que hay que poner en marcha, para que la transferencia de conocimiento desde las universidades y los centros de conocimiento al tejido empresarial mejore sustancialmente. Las máximas beneficiarias serán las empresas, que podrán hacer uso de un instrumento que ahora no utilizan porque realmente no está pensado para ellas, para las necesidades que tienen.
-No es el primer proyecto de índole empresarial y transfronteriza en el que participa MU.
-Tenemos experiencias parciales en distintos lugares. Por ejemplo, en algunas zonas, se han cambiado las fórmulas de la formación continua desde la universidad para responder a la demanda de las empresas. También en la investigación se han dado pasos, modificando la forma en la que se investiga para poder incorporarla mejor al mundo empresarial. Ahora lo que intentamos es recoger esas experiencias parciales en un sistema integral porque creemos que tendrá más potencia. Una vez que tengamos ese sistema, lo transferiremos a otros espacios transfronterizos de Francia y Cataluña.
-¿Están satisfechos con los resultados de los proyectos previos?
-Han funcionado muy bien y, de hecho, este proyecto es una continuidad de lo que se ha venido haciendo hasta ahora. Hemos probado cosas, hemos desarrollado acciones concretas y éste es el momento de dar un paso más allá para lograr aportar aún más valor a la competitividad de las empresas. Pero no hay duda de que en lo que hemos venido haciendo hasta ahora, tanto en la relación entre las universidades de ambos lados como con las empresas, se han obtenido muy buenos resultados.
-¿Qué ha llevado al Mik a participar en estos proyectos transfronterizos?
-Allí donde se instala una facultad de Mondragon Unibertsitatea su centro de investigación, el Mik, empieza a trabajar también. En el caso del Bidasoa, el hecho transfronterizo es una realidad, una oportunidad que está ahí y sobre la que necesariamente hay que investigar y trabajar.
-¿Supone aún el idioma una barrera a la hora de trabajar en un escenario transfronterizo?
-La verdad es que en la relación entre centros universitarios no, pero si hablamos de las empresas, sí que supone una dificultad añadida. Quizá no sólo sea por eso, pero lo cierto es que hay como un telón sobre la muga que hace que la comunicación y los proyectos comunes sean poco frecuentes. Hay poca relación empresarial. Este proyecto busca romper esa barrera mediante intervenciones prácticas, porque aunque a veces parecen muchos más, nos separan muy pocos kilómetros. Las experiencias previas que hemos tenido demustran que la colaboración da buenos resultados.
-MU también se planteó desde el principio trabajar con las empresas locales más allá de esas experiencias transfronterizas. ¿Se está produciendo esa relación?
-Colaboramos con muchas empresas de la comarca. En algunos casos las empresas nos contratan y en otros se trata de proyectos con financiación pública. Por una vía u otra, tenemos muchos proyectos en marcha con empresas de la zona.
-¿Podría poner algunos ejemplos concretos de en qué se traduce esa colaboración?
-Colaboramos de muchas maneras; en muchos sectores y en muchas líneas. Recientemente participamos en un proyecto para identificar capacidades complementarias de empresas pequeñitas para, entre todas ellas, construir una única oferta ante un cliente internacional al que ninguna de ellas podría tener acceso por sí sola. Sumadas sus diversas capacidades, pudieron hacer una oferta de valor a un cliente muy potente.
-Recuerdo que en uno de sus primeros diagnósticos del tejido empresarial del Bidasoa ya advertían que, aunque era una comarca muy activa y emprendedora, se caracterizaba por muchas empresas, muy pequeñas y que colaboraban poco entre ellas.
-Por eso este tipo de proyectos se dan con bastante frecuencia. A veces se presenta la oferta y no gana y otras veces termina con una buena venta. Pero lo importante es que las empresas empiezan a ver que colaborando son más fuertes que en solitario. Otro tema que estamos trabajando bastante es el de la gestión de personas. Al ser empresas pequeñitas, los aspectos ligados al desarrollo de personas queda un poco de lado. Impulsamos proyectos de gestión de personas para que puedan ofrecer un mayor valor a la organización: desarrollo de talento interno, compromiso del trabajador con la empresa, participaciçón de la plantilla... Cosas que son difíciles de atender en empresas pequeñas.
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