A Compostela desde Irun
El año pasado, 5.148 peregrinos llegaron a la plaza del Obradoiro, habiendo pasado por nuestra ciudad
«Junto al sepulcro de Santiago los enfermos vienen y se curan (...) y lo que es más, las oraciones de los fieles son escuchadas; allí extrañas naciones de todos los climas acuden en tropel, trayendo dones de alabanza».
Estos antiguos versos medievales (s. XII) recogidos en el Códice Calixtino, rebrotan con vigencia cada día en la vieja ciudad de Compostela. Desde el amanecer hasta el ocaso las calles que desembocan en la Catedral se ven repletas de peregrinos y visitantes que, como hicieron los romeros del medievo, acuden al templo en el que la tradición sitúa la sepultura del Apóstol Santiago.
La historia de las peregrinaciones ha alternado épocas de apogeo y decadencia, pues aunque jamás desapareciera el fuego del altar de la Catedral, la basílica compostelana llegó a perder importancia en el contexto religioso europeo. Sin embargo, en las últimas décadas se ha desatado un insospechado renacer de la peregrinación hasta Santiago, provocando la paradoja de que en una sociedad cada vez más secularizada las rutas medievales sean nuevamente transitadas por caminantes en búsqueda del sentido trascendental de la existencia.
Este fenómeno in crescendo es tan reciente que aún es difícil predecir qué desarrollo seguirá en el futuro, pero los datos que recoge la Oficina de Acogida al Peregrino de la Catedral son tajantes a la hora de examinar la importancia que el Camino de Santiago tiene actualmente. Si en 2003 los peregrinos llegados a Santiago fueron 28.139, trece años después, en el pasado 2016, fueron 277.854. Abundando en la misma línea, en lo que ha transcurrido de 2017 han llegado a Santiago 10.000 caminantes más que hasta las mismas fechas de 2016.
Camino histórico
En ese abrumador crecimiento global Irun toma un tímido aún, pero consolidado protagonismo. Si el porcentaje de peregrinos totales llegados a Santiago por todos los caminos subió un 5,87% en 2016 respecto al año anterior, aquellos que lo habían hecho comenzando en Irun subió un 9,25%. En definitiva, los números totales son más claros aún: el año pasado, 5.148 peregrinos llegaron a Compostela tras haber pisado las calles de nuestra ciudad siguiendo el Camino del Norte.
Este crecimiento tiene antecedentes históricos, porque nuestro camino no fue en absoluto secundario en las peregrinaciones a Santiago. Por Irun entraban muchos peregrinos europeos a España y enfilaban el viaje a Compostela por la costa del Mar Cantábrico atravesando Gipuzkoa, Bizkaia, Cantabria y Asturias hasta llegar a Galicia. Este itinerario fue trazado ya en época coetánea al descubrimiento de la tumba de Santiago y contaba con la ventaja de situarse lejos de la línea combativa entre cristianos y musulmanes durante la Reconquista. A pesar de esta solera histórica del Camino del Norte, cuando a mediados de los años 90 dio comienzo el renacer de las peregrinaciones, la ruta que acogió a la práctica totalidad de los peregrinos fue la del Camino Francés: aquella que desde Roncesvalles atraviesa Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León para adentrarse por la montaña de O Cebreiro en Galicia. En aquel momento, el resto de rutas tradicionales estaban cubiertas de maleza, en el sentido literal de sus senderos y metafórico en el imaginario cultural de la población.
No obstante, en Irun ya en 1999 la visionaria actuación del concejal Fernando San Martín (de feliz memoria) procedió a la señalización del itinerario con el símbolo de la venera por el cuerpo del municipio, a pesar de que entonces los peregrinos que pasaban por Irun apenas llegaban a cien. Las actividades divulgativas promovidas tanto por el Ayuntamiento como por la Asociación Jacobi han conseguido que el Camino de Santiago por Irun no sea una mera evocación histórica y alcance la repercusión que constatan los datos estadísticos.
El nombre de Irun suena cada vez con más frecuencia en Santiago de Compostela. El Camino del Norte está llamado a acoger el deseo de peregrinar por una ruta alternativa a la masificada del Camino Francés. Y nuestra ciudad, Irun, verá así recuperar su esplendor jacobeo, constituyendo el hito fronterizo y significativo al que los peregrinos acuden para comenzar su camino costero hasta llegar a la Catedral del Apóstol.
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