IRUN
Las VPO menos eufóricas
Irunvi sorteó ayer 90 viviendas sin las habituales reacciones de entusiasmo entre los afortunados. Las dudas de los solicitantes sobre si podrán acceder a la financiación que necesitan enfriaron mucho el ambiente
28.11.12 - 01:32 -
Un ambiente totalmente distinto al de otros sorteos y, quizá, incluso menos gente en las gradas de Artaleku, escenario, nuevamente, de un sorteo de vivienda pública, esta vez para el ámbito Porcelanas. Había factores distintos a los de otras citas; algunos positivos y otros, lo contrario. Por primera vez, la sociedad municipal de vivienda, Irunvi, realizaba un sorteo de VPO en propiedad, y no en derecho de superficie a 75 años. Por contra, los últimos sorteos han deparado multitud de renuncias de adjudicatarios que no han logrado la financiación necesaria para proceder a la compra. Muchos de aquéllos siguen inscritos en una lista que para la cita de ayer era de 1.643 solicitantes: 5 para las 4 VPO destinadas a discapacitados; 147 para las 29 ofertadas para familias de 3 o más miembros; 320 para otras 29 reservadas a parejas y, el cupo más numeroso, 1.171 demandantes de alguna de las 28 viviendas individuales.
La grada asistió con frialdad al ir y venir de bolas, nombres y números de portal. Nada, prácticamente, de los aspavientos que en otras ocasiones llegaban al anunciarse el nombre de un adjudicatario. A estas alturas, con la experiencia de las listas de espera de los sorteos precedentes, que corrieron a gran velocidad, el lujo no es ya que la bola propia sea la que salga del bombo, sino que alguna entidad financiera acepte conceder el imprescindible crédito para proceder a la compra. Ahí está la clave en estos tiempos.
Alegrías contenidas
Una pareja joven, que prefería no dar nombres «porque no sabemos qué va a pasar», tenía que estar celebrando que su bola hubiera caído del bombo. «Y sí que estamos contentos», decía él, «pero no sabemos si nos darán la hipoteca». Uno en paro, el otro no. Ella no lo veía «nada claro. Aún no hemos mirado nada, pero, por si acaso, no vamos a celebrar nada hasta que no veamos que la vamos a poder comprar». Esa actitud de cautela se extendía incluso a los más confiados. A María García se le adjudicaba ayer una de las viviendas para tres o más, tres en su caso. «Estoy muy contenta. Muy contenta». No lo había celebrado en la grada, pero le faltó tiempo para salir del polideportivo y llamar a Iñaki, su pareja, para darle la noticia. «Sobre lo del banco, la verdad, soy bastante optimista». Ella está a la espera de la resolución de un ERE de extinción y lleva «cuatro meses sin poder cobrar ni el paro». Pero él trabaja «y hemos ahorrado todo lo que hemos podido, así que como no tenemos que pedir mucho porcentaje de crédito, creo que no habrá problemas. Eso espero».
Si las caras de los adjudicatarios no siempre correspondían a la alegría que cabe esperar en su caso, las de los no beneficiarios sí reflejaban la decepción esperable. Al final del sorteo, una mujer abandonaba Artaleku contrariada. «No es para mí. Estoy por mi hija, que está trabajando y no puede venir. No sé cuántos sorteos lleva ya desde que está apuntada y no le toca». Le queda confiar en que las listas de espera vuelvan a correr y reciba la llamada de Irunvi abriéndole la puerta de una VPO. «A ver si pasa. Dicen que están llamando a muchos de listas de espera, pero no sé...»
Termina el sorteo, pero si con él acaban las adjudicaciones depende de las hipotecas que las entidades finacieras aprueben. También en las VPO, la crisis ha cambiado las reglas del juego y el entusiasmo con en el que la gente participa.
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