El camino que ellas marcaron
La historiadora Mertxe Tranche guió ayer un paseo histórico para repasar la vida de grandes mujeres locales que aparecen en el documental 'Irungo emakumeak plazara'
Dos horas de recorrido que pasaron volando. Dos horas de experiencia histórica pilotadas por Mertxe Tranche que ésta vez contaba con ayudantes. Siete centros escolares de Irun cuyos alumnos de 4º han trabajado el tema. Y el tema no era otro que el documental 'Irungo emakumeak plazara!', producido por Parean Elkartea. Un audiovisual que reivindica el papel de las mujeres en la historia de Irun y pone el foco en cinco de ellas y en dos colectivos. Siete totems, siete historias, siete estaciones en la peregrinación de ayer por la ciudad. Dos horas para recordar quiénes fueron, qué hicieron. Siete centros escolares acercando esas figuras, ese pedazo de la historia, a veces algo conocido, a veces muy poco. O en absoluto. Una experiencia para vivirla, para disfrutarla, para aplaudirla. Para repetirla. Una experiencia de dos horas que vivieron casi 300 personas.
La pérgola de San Juan se decoró con el trabajo de alumnos de Belaskoenea sobre Vicenta Olazabal. Junto a la columna de San Juan Harri, Tranche explicó quién fue esta mujer y para hacerlo, dibujó el cuadro de la historia de Irun, con muy pocas y muy certeras pinceladas, desde la época romana hasta 1857. Un incendio aquel año barrió media ciudad de la entonces «y Vicenta Olazabal, que ya era rica, vio una oportunidad. Tuvo ojo para apreciar lo que la ciudad iba a necesitar». Construyó viviendas más pequeñas de lo habitual en el suelo liberado por los edificios que ardieron. Esas casas de nuevo formato se llenaron de inquilinos que llegaron a una ciudad en crecimiento por el ferrocarril, por la Aduana... Olazabal pasó del puesto 19 al 1 entre los pudientes locales. También construyó un palacio y para eso trajo a Irun al maestro de obras Remi Salís, cuyo nuevo estilo marcó la arquitectura de ese paseo de Colón que la Guerra Civil destruyó después.
La figura de Julia Iruretagoyena la explicó tranche al otro lado de la plaza, en la pequeña calle que lleva el nombre de su padre, León, «alcalde republicano de Irun en tiempos de monarquía, en 1904». Era su familia un caldo de cultivo para que emergiera una mujer culta, liberada, decidida. Julia hizo muchas cosas. En Irun, en Madrid y en México, donde marchó exiliada tras la guerra. «Aún la estamos investigando, como a tantas figuras irundarras que realizaron una gran labor en el exilio». Formó parte de los primeros núcleos feministas de Madrid, convivió con la que se convirtió en la primera abogada de España, trabajó en México para la Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles... Diversas iniciativas de alumnos de Toki Alai se expusieron en la calle para ayudar a comprender su valía.
Dolores Salís, de pudiente familia, tiene en su haber un sinfín de creaciones artísticas (esculturas, cerámicas) entre las que destaca su libro 'Exilio'. Pero sobre todos sus méritos, Tranche elevó uno: «consiguió que el caserío Beraun se mantuviera». Se lo reconoció como logro porque supuso rehusar a la evidente plusvalía de haberlo derribado y sustituido por bloques de casas en pleno centro de Irun. Ella ya no está, pero sí sus descendientes y dos de sus hijas, Menchu y Mari Tere, se emocionaron con el bertso que bajo el balcón de esa casa de Beraun cantaron ayer alumnos de Eguzkitza en honor a su ama.
Los de Dunboa han focalizado su trabajo en las cerilleras, que hoy dan nombre a una calle próxima a ese centro escolar. Muy cerca, donde comienzan los bidegorris de borde del Bidasoa, expusieron su trabajo ayer. Allí explicó Tranche quiénes fueron estas mujeres. «Todo un carácter. Ser cerillera significaba estar alfabetizada, sindicada, politizada. Eran activas. Impulsaron huelgas, pelearon por sus derechos y los conquistaron». Llegaron a ser 600.
Muy cerca junto al Stadium Gal (apuntó la historiadora que debe su nombre a una mujer, María Gal, madre de Salvador Etxeandia, quien donó el suelo y el dinero para hacer el campo), Txingudi Ikastola presentó la figura de una exalumna, Leire Landa, la única personalidad viva del documental; una joven que ya es hito por haber sido pionera en el fútbol femenino profesional que ahora vemos despegar. No pudo estar presente, pero hizo llegar su voz con un agradecimiento profundo y la promesa de una visita.
En la plaza Urdanibia de Irun, alumnos de Lekaenea hablaron de la pintora Menchu Gal, la figura más conocida de cuantas se trataron ayer; una persona adelantada a su tiempo que más allá de cualquier consideración subjetiva, fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Pintura (1959). El paseo se cerró allí mismo con el trabajo de Elatzeta sobre las recadistas. «Era un oficio para mujeres valientes», apreció el alumnado y corroboró Tranche. Caminaban entre Irun, Donostia y Baiona, trayendo y llevando «cantidades increíbles de telas, frutas, cacao... También llevaban cartas oficiales. Y de amor. De todo». Lo hacían ya en el siglo XVIII y a mediados del XIX «en Irun había sólo 13 farolas. Imaginad cómo era ir andando a Donostia o a Baiona». Para cerrar el capítulo, Mertxe Trantxe utilizó una sentencia que valía para todo lo dicho en las dos horas anteriores. «Las mujeres son fuertes». El documental de Parean Elkarte lo reivindica y la asociación va a seguir haciéndolo. «Tenemos ganas y hay muchas cosas aún por contar. Vemos que el trabajo merece la pena y que existe un interés». Que llegue pronto un nuevo documental. Y con él, un nuevo paseo.
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