Ave César, Playmobil te saluda
El Museo Oiasso acoge un gigantesco diorama realizado con clicks de Playmobil
- IÑIGO MORONDO
Los clicks de Playmobil pueden presumir de dos características poco discutibles. Son unos muñequitos muy simpáticos y sus caracterizaciones temáticas suelen estar muy cuidadas en los detalles. Esto segundo hace posible la exposición "Romanorum Playmobil Populus" que ayer inauguró el Museo Romano Oiasso de Irun. Lo primero es lo que la convierte en algo entrañable.
«Todo lo que se ve en la exposición pertenece a particulares miembros de Aesclick», la Asociación Española de Coleccionistas de Playmobil, explica la responsable de Actividades de Oiasso, María José Noain. «Cuando hay una demanda de exposición, como en este caso la de Oiasso, los socios ponen sus colecciones a disposición».
Con esas aportaciones nace el diorama romano que desde ayer ocupa todo el largo de la sala multiusos del museo irundarra. «La mayoría de las piezas son compradas, tal como las vende Playmobil. Pero de lo que más orgullosos están los coleccionistas es de sus "customizaciones"». Gracias a éstas, la riqueza de detalles se multiplica y se puede encontrar a Panoramix, el famoso druida de los cómics de Astérix y Obélix, incluso reconocer a Hércules entre las numerosas esculturas que adornan el conjunto.
DATOS
Clicks romanos
Nombre de la exposición:Romanorum Playmobil Populus.
Lugar: Museo Oiasso de Irun.
Fechas: Hasta el 2 de noviembre.
Horarios: De 10.00 a 20.00 de martes a sábado y de 10.00 a 14.00 los domingos.
Precios: 1,5 euros; gratis para menores de tres años.
La muestra, montada por los propios socios de Aesclick, «no pretende representar ninguna ciudad romana en concreto. Que nadie espere reconocer aquí la antigua Oiasso, por supuesto, ni tampoco Roma. Lo que hay», continua Noain, «es una serie de elementos característicos del mundo de la Roma clásica, una visión genérica de aquel mundo», pero presentada con un aspecto nada habitual.
La suma de muchos detalles
Las chalupas pesqueras, que se manejan como pueden en un ajetreado puerto al que arriban barcos comerciales y navíos de guerra, tienen su red gracias al trabajo manual de los coleccionistas. Los dos gladiadores "retiarius", por contra, salían con la suya de fábrica. También portan su tridente, arma que caracteriza a este perfil de guerrero de la arena tanto como al dios del mar Neptuno, representado en escultura a las puertas de una "domus" romana en la que se ofrece un banquete.
Un ejército realiza en la ciudad una «parada de triunfo, un desfile militar en honor a una victoria bélica del emperador». Avanzan por la ancha avenida que flanquean columnas, esculturas, pebeteros y edificios inconfundiblemente romanos como el circo (que vibra con una carrera de cuádrigas), el anfiteatro (con los gladiadores en batalla) y las termas, en las que bien posicionados ciudadanos charlan de negocios mientras disfrutan de un agradable baño.
Una de las imágenes más curiosas anuncia una inminente batalla. Una legión avanza hacia un ejército de indígenas prerromanos. Podría ser cualquier pueblo de ésos que los latinos enseguida denominaban bárbaro, pero lauburus en unos escudos pintados en colores blancos, verdes y rojos invitan a pensar que el diorama ha querido llevar al espectador lejos en el tiempo pero no en el espacio. Contra el orden y la marcialidad romanas, los indígenas se amontonan en un desorden caótico que les augura un mal resultado.
El efecto general de la muestra es atractivo, pero hay más valor en la suma de detalles; casi merece la pena ir pieza por pieza y apreciar los uniformes romanos, sus calzados, las túnicas de los ciudadanos, las raspas de pescado lamidas por gatos en el suelo de madera del puerto, el estandarte de la legión, los pañuelos al cuello de sus enemigos. Escudos, lanzas, espadas; animales, carros, viviendas. Lo mejor es que sin salirse del concepto romano, todo mantiene esa simpática estética click.
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