La ermita de Santa Elena, redescubierta
La renovación del museo que se encuentra en su interior atrajo ayer a cientos de visitantes
Desde la necrópolis romana, durante 2.000 años se ha mantenido el culto en este lugar, donde se alzó la primera iglesia cristiana de Gipuzkoa
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
La ermita de Santa Elena, emblemático templo de la Parte Vieja irundarra, recibió ayer cientos de visitantes interesados en conocer la renovación del museo que se encuentra en su interior. Aunque el espacio es reducido, son grandes los tesoros que guarda, ya que fueron depositados allí hace más de 2.000 años. El contenido de la exposición se ha actualizado, se han reorganizado las vitrinas que guardan urnas y ajuares funerarios y se han renovado los paneles informativos.
El peso de la historia y la espiritualidad del lugar se dejan sentir nada más subir las escaleras de la ermita y asomarse desde el coro a los restos de la necrópolis romana. «Teníamos programadas dos visitas, pero acabamos de terminar la cuarta y sigue llegando gente», decía Mertxe Urteaga, directora del Museo Oiasso y guía de lujo en la jornada de ayer.
Con motivo de la celebración del Día Mundial de los Museos, el Ayuntamiento de Irun había programado dos visitas guiadas, que acabaron siendo cinco, así como una pequeña fiesta en el exterior de la ermita, con música del quinteto Daxelbrass y un caldo servido por la sociedad Kurpil Kirolak. Su presidente, Juanjo Aldako, se sorprendía por la afluencia de público. «Con el agua que ha caído, pensábamos que la gente se iba a quedar en casa, pero se han animado y han venido».
Tras la contemplación de las vitrinas, la lectura de los paneles y las explicaciones de Mertxe Urteaga, los visitantes iban abandonando la ermita con la conciencia clara de su valor y «con una idea básica de lo que ha pasado aquí desde hace 2.000 años», comentaba Marilys, una visitante nacida en la cercana calle Uranzu y para la que la ermita de Santa Elena «es un lugar muy entrañable. Hacía muchos años que no había venido y está muy bonita. Merece la pena verla».
Según puede leerse en el propio museo, la necrópolis de Santa Elena se organizó a ambos lados de la vía romana que salía de Oiasso (Irun) hacia Pompelo (Pamplona) y fue utilizada entre los siglos I y IV de nuestra era. Tiempo después, en el siglo X, se aprovecharon las ruinas de uno de sus mausoleos y se construyó una pequeña iglesia cristiana, «la primera de la que tenemos noticia en Gipuzkoa», dijo Urteaga. Esta iglesia sería ampliada por primera vez en el siglo XIV y luego, en el XVI.
El descubrimiento de la necrópolis romana, realizado por Jaime Rodríguez Salís a principios de los 70 y la posterior excavación del equipo de Ignacio Barandiarán rompieron con la idea tradicional de la resistencia del territorio frente al imperio romano. En total, se recuperaron 106 urnas funerarias y se localizaron los restos de tres mausoleos. La excavación se dejó a la vista, se instaló el museo y los feligreses pudieron seguir los oficios religiosos desde el coro. «Es de un valor excepcional que se mantenga el culto aquí desde hace 2.000 años», decía Mertxe Urteaga. «Es un tesoro que tenemos y que es muy difícil que se pueda repetir en otro sitio».
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