«Es muy emocionante recibir el apoyo del público en tu propia ciudad»
Recientemente, recibió el premio especial del público en el XII Concurso Internacional de Canto Luis Mariano
- IÑIGO VILLAMÍA | IRUN.
Leticia Vergara Pérez es una mujer polifacética. Mezzosoprano distinguida, licenciada en Historia, titulada superior y profesora de clarinete, directora del coro irunés Ametsa Txiki y de los donostiarras Orfeoi Txiki y Orfeoi Gazte, estos últimos en colaboración con Esteban Urzelai. También es miembro de la Banda de Música Ciudad de Irun. Una vida completamente dedicada a la música en la que, ciertamente, no pierde el tiempo. Define a Luis Mariano como una persona con «voz privilegiada y una musicalidad innata. Convertía la música en emoción, algo que me inspira como cantante. Es difícil no sonreir mientras le escuchas cantar, transmite mucha alegría».
-Recientemente usted ha recibido el premio del público del XII Concurso Internacional de Canto Luis Mariano. ¿Cómo recibió este galardón?
-Fue un honor participar en el concurso y una gran satisfacción poder completarlo y llegar hasta la final. Además, recibir el premio del público rodeada por la gente de los grupos con los que trabajo significó una gran ilusión. Sientes con orgullo que te valora la gente de tu ciudad.
-Este concurso se ha ido consolidando en el panorama internacional. ¿Cómo vio el nivel del mismo?
-La final tuvo mucho nivel. Hay que tener en cuenta que aproximadamente un tercio de los participantes venía de fuera, con una importante participación internacional. Basta recordar que un coreano y una estadounidense fueron dos de los siete finalistas. Por otra parte, se pueden encontrar en el concurso jóvenes promesas, gente que ya está profesionalmente dedicada al canto; yo, lamentablemente, aún no puedo, aunque sueño con ello.
-¿Cómo comenzó en el mundo de la música y, más concretamente, del canto?
-He cantado en el Coro Ametsa desde pequeña, animada por la ilusión de Marisa y Fernando Etxepare y de Belén Sierra, entre otros. Y así me fue entrando el gusanillo musical. De ahí pasé al grado superior de clarinete, consciente de que los coros me iban exigiendo una formación mayor. Y empezó a producirse el salto al profesionalismo, porque tenía claro que si quería dirigir correctamente a los coros debía empezar por cultivar mi propia voz.
-¿Y fruto de esto es su salto a la educación de la voz en el conservatorio?
-En efecto. Pasé al Conservatorio de Donostia donde tuve la fortuna de contar como profesora con Ainhoa Mercero hasta el año pasado, en que acabé el grado medio. Después, me he seguido formando en canto, intentando mejorar la voz y los aspectos técnicos con otra gran profesora como es Carmen Arbizu, catedrática de Canto en el Conservatorio Superior de Música de Navarra, con la ventaja adicional de que ella es irunesa de nacimiento. Yo provengo del mundo coral y estas maestras me enseñaron que ser solista exige mucho más. Ello me está obligando a mejorar mi formación vocal, a ganar actitud escénica y a ampliar el repertorio. Esto es lo que te hace ser más cantante.
-El premio de ese esfuerzo fue conseguir ser finalista en el concurso Luis Mariano. ¿Cómo vivió esos días?
-Fueron días muy diferentes. El primero estaba muy nerviosa, con mucho respeto. Aunque he actuado en el C.C. Amaia desde su apertura, la presencia de tanto público y el nivel de los participantes imponía respeto. Sin embargo, el segundo día lo disfruté más porque estaba más tranquila, y el último ya no noté la presión de la mucha gente que nos contempló y canté más relajada.
-¿Cómo entró en contacto con el mundo coral?
-Yo estudiaba en el colegio El Pilar. Un día nos visitó el Coro Ametsa y Fernando Etxepare nos repartió, además de sus sonrisas, unas pegatinas en las que ponía 'Anímate a cantar'. Y vaya si me animé. De ahí pasé al solfeo y después al instrumento, concretamente al clarinete. Más tarde, tras dirigir a los coros infantiles, sentí la atracción por el canto individual. Y es ésta quizá la faceta que más me llena. Todo músico se siente realizado al interpretar porque eres parte de la música, vives la música desde dentro.
-Dedica una parte importante de su tiempo a los coros infantiles. ¿Cómo ve su situación actual y de cara al futuro? ¿Hay cantera?
-Trabajar con niños y jóvenes es muy gratificante, porque son como esponjas, captan rápidamente todo. Además, les acompañas en un proceso que va desde los 6 a los 17 años, con los cambios de voz y observando cómo el resultado de la enseñanza va dando frutos. En cuanto a la pregunta de si hay cantera, nosotros estamos muy satisfechos porque no se nos ha marchado la gente. Lo cierto es que este mundo se mueve, en parte, por modas, y ahora vamos bien porque a la gente parece ser que le gusta cantar, y es que cantar es muy bueno para la salud.
-Cantante, clarinetista, directora de coros, ¿cómo puede compaginar tantas actividades? Y, ¿en cuál de ellas disfruta más?
-Con ilusión y trabajo intento compaginar estas actividades. Soy consciente de que no es la forma ideal de dedicarte al canto, que exigiría mayor exclusividad. Los cantantes tenemos fama de divos pero no se puede olvidar que el instrumento lo llevamos en el cuerpo. Un simple catarro nos puede dejar sin voz. Lo mismo ocurre con los ensayos con los niños. Si me dedico profesionalmente al canto posiblemente tendré que replantearme cosas. Pero es la vida la que te va marcando el camino.
-¿Y en qué iniciativas está ahora trabajando?
-Por fortuna voy teniendo oportunidades. El Ametsa me ha permitido generosamente actuar en diversas ocasiones como solista y ahora preparo nuevas actuaciones. Este viernes he tenido la ocasión de actuar en la Quincena Musical de Donostia y, el 8 de agosto, víspera de la Euskal Jira, cantaré con la banda en un homenaje a Luis Mariano. Así, poco a poco me voy fijando nuevas metas, nuevos objetivos, pero lo más importante es que disfruto cantando, y lo hago en una ciudad como Irun que tiene gran vocación coral. Hay que agradecer en esto la gran labor del Coro Ametsa y del resto de agrupaciones corales irunesas. Ahora me gustaría profundizar en el canto lírico, que es más personal. Ofrecer recitales, seguir formándome, ampliar el repertorio, mejorando el nivel y buscando nuevas piezas.
-¿Un deseo, un sueño para el futuro?
-¡Feliz Navidad! -bromea-. Ahora en serio, mi gran sueño sería poder dedicarme profesionalmente al canto. Dedicarte a la música requiere mucho esfuerzo pero regala constantemente satisfacción. Me gustaría poder cantar muchos años, administrar bien la voz, cuidarla, mejorarla y disfrutar mucho tiempo de esta pasión.
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