Noticia publicada en Diario Vasco sección Bidasoa,el miércoles día 18 de Febrero de 2015.

Fuego y ceniza para despedir el Carnaval

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• La Banda de Música Ciudad de Irun, varias plañideras y otros personajes carnavaleros acompañaron a ambas figuras en su desfile

• Zanpantzar y la sardina ardieron ayer, a última hora de la tarde, en la hoguera de la plaza San Juan

• JOANA OCHOTECO
 
• IRUN

18 febrero 201508:09

Entre el fuego de la hoguera y el llanto de las afligidas plañideras, Irun despidió ayer los Carnavales de este 2015. Un año más, el entierro de la sardina fue el último acto del programa de estas fiestas. No sólo ella, sino también Zanpantzar, se despidieron de los irundarras ardiendo en la hoguera que se instaló a última hora de la tarde en la plaza San Juan.

Antes de este acto, ambas figuras protagonizaron el desfile que partió desde la plaza del Ensanche. Un séquito de personas disfrazadas, desconsoladas plañideras y los músicos de la Banda Ciudad de Irun acompañaron a los dos personajes del Carnaval en su trayecto hasta la plaza San Juan. Zanpantzar, que este año se ha disfrazado de pierrot, desfiló por última vez con su traje blanco y negro y un sombrero del que surgían mil colores. Antes de quemarlo se le quitó la cabeza, que ya está guardada en el taller de Xabier Garate, artesano que elabora cada año la figura del gigante y también la de la sardina.

Ésta, por su parte, se presentó ayer ante los irundarras haciendo gala de un concepto tan de moda como es la transparencia: la sardina fue elaborada este año mediante un entramado de varillas que no ocultaba nada de lo que había dentro... Que era precisamente eso, nada. Siempre con un punto reivindicativo, quizá la sardina quiso transmitir a los irundarras que según cómo se lleven la práctica hay conceptos que pueden resultar huecos. La de la sardina es una vida efímera, pero este personaje siempre se las arregla para dejar huella.

Breves pero intensas

A su llegada a la plaza San Juan, la comitiva fúnebre se encontró con la hoguera en la que ardieron Zanpantzar y la sardina. Una vez instalados en la misma y prendido el fuego, las llamas devoraron en minutos ambas figuras mientras decenas de personas disfrazadas bailaban a su alrededor, al son que marcaban los miembros de la Banda de Música Ciudad de Irun.

El acto de ayer no deja de ser una metáfora de lo que son los carnavales, unas fiestas breves pero muy intensas. Dentro de un año, Zanpantzar, la sardina y el espíritu del Carnaval volverán a resurgir de sus cenizas.