Nagore Vázquez: «Hay mecanismos para amargarse la vida a conciencia y conviene ir con cuidado»
La psicóloga Nagore Vázquez ofreció en la Asociación Cultural Argoiak una charla sobre las 'Emociones tóxicas'
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
«¿Te has sentido alguna vez mal por tomar una decisión y no has parado de darle vueltas a la cabeza?». Con esta pregunta, respondida afirmativamente por la práctica totalidad del público que llenaba el salón de actos de Argoiak, inició la psicóloga Nagore Vázquez su conferencia sobre 'Emociones tóxicas'. Invitada por la asociación cultural de la calle Bertsolari Uztapide, Nagore Vázquez habló el pasado miércoles sobre algunas de las emociones que, mal gestionadas, pueden amargarnos la vida y ofreció «un kit de supervivencia» para manejarlas en la buena dirección.
Con una buena dosis de humor y unos cuantos ejemplos certeramente escogidos, Nagore Vázquez previno a los asistentes tanto de las personas tóxicas como de la autointoxicación emocional. «¿Cuántos de los que estamos aquí conocemos a algún amigo o familiar con el que, cada vez que hablamos un rato, acabamos agotados y sin energía», preguntó. «Pero muchas veces somos nosotros mismos los que nos intoxicamos. Cualquier emoción que reprimamos y con la que empecemos a dar vueltas en nuestra cabeza es susceptible de convertirse en una emoción tóxica y llegar a afectar directamente a nuestra salud».
Las emociones, de por sí, no son buenas ni malas. «Depende de cómo las gestionemos». La culpa, el enojo, la envidia, la vergüenza, la frustración, la insatisfacción crónica y la ansiedad o la preocupación son emociones susceptibles de convertirse en tóxicas, si no las conducimos con tino. «Esas emociones nos avisan de que algo no va bien, pero se pueden manejar».
Nagore Vázquez centró su charla en la culpa y la preocupación, «porque son emociones que nos tocan más de cerca a las mujeres. No es que los hombres no las tengan, pero por la educación que hemos recibido, la culpa y la preocupación nos dan a las mujeres mucha guerra».
Si no acertamos a manejarla, la culpa es «una de las emociones más inútiles que tenemos, porque nos bloquea, nos inmoviliza, nos deja estancadas», dijo Nagore. Muchas veces, vivimos el presente, «dándole vueltas a la cabeza sobre algo que ya ha ocurrido: 'Por qué no le dije esto o lo otro, tenía que habérselo dicho....'».
Hay otra modalidad, que es la de «pensar en el futuro: 'Voy a ir y le voy a decir esto o lo otro, pero si le digo esto me va a contestar aquello...'» La preocupación, así vivida, «es otra emoción inútil».
La centrifugadora
El resultado es «que he puesto la lavadora y me paso el día centrifugando, centrifugando, centrifugando.... con algo que ya ha pasado o con algo que seguramente no va a pasar». Hay personas que centrifugan tanto, que sufren el llamado «SPA o Síndrome de Pensamiento Acelerado», es decir, que viven preocupadas por problemas que, en el 90% de los casos, nunca llegarán a padecer.
En muchas ocasiones, las mujeres se sienten culpables con respecto a sus deberes como madres, como hijas, como trabajadoras... «¿Cómo gestionar esa culpa?», cuestiona Nagore Vázquez, con un ejemplo: « 'Llevo muchos años cuidando a mi padre enfermo, pero necesito unas vacaciones. Si me voy, me sentiré culpable y si me quedo me sentiré tonta'». Ésa es la culpa que inmoviliza. «Pero también está la culpa reparadora, que es la que me hace aprender y avanzar. 'Llevo mucho tiempo cuidando a mi padre enfermo y necesito unas vacaciones. Lo voy a dejar en manos de una persona que sé que lo va a cuidar. Estaré pendiente. Llamaré lo justo y necesario para saber que está bien y disfrutaré de mis vacaciones'. Tenemos que encontrar el equilibrio entre nuestras necesidades y las del otro».
La psicóloga defendió «el egoísmo sano. Nos hablan mucho de la salud física, pero la salud emocional es muy importante. Si no respetamos nuestras propias necesidades nos podemos cargar de rencor, de rabia, de frustración y acabaremos echando la culpa a otras personas que, generalmente, son las que más queremos».
Ante emociones que se nos puedan ir de las manos, como la culpa y la preocupación, «tenemos dos opciones: pasar a la acción para buscar soluciones, siempre que dependan de nosotras o vivir amargadas, que es otra opción muy libre. Hay mecanismos para amargarse la vida a conciencia, por lo que conviene ir con cuidado». Entre ellos, Nagore Vázquez citó «convencerse de que la única opción correcta es la propia, aferrarse al pasado, sea bueno o malo, empeñarse en ver sólo lo negativo de las situaciones, perseverar en un problema esperando a que cambie solo, convertir a la pareja o amistades en el muro de las lamentaciones y creer que la felicidad depende de los demás, cuando está dentro de uno y de las circunstancias, que están ahí, pero podemos afrontarlas».
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