Un trabajo voluntario e indispensable
La agrupación, formada hace 27 años, presta servicio en emergencias y en actos que congregan a mucho público, entre otros cometidos La labor de Protección Civil es esencial en situaciones de alerta meteorológica y en muchos eventos
Hay diecisiete personas en Irun que pasaron cerca de 2.000 horas en 2019 prestando un servicio comunitario a toda la ciudad: asegurar el buen transcurso de eventos como la Cabalgata de Reyes o el desfile de Carnaval, colocar las compuestas anti inundaciones en Behobia o despejar las carreteras y aceras de ramas cuando hay un vendaval. En total, una media de 85 servicios al año que realizan desinteresadamente, aportando su tiempo libre para que otros disfruten del suyo y ofreciendo apoyo en situaciones de emergencia. Cumplen 27 años haciéndolo. Son los diecisiete voluntarios del cuerpo de Protección Civil: seis de ellos, el responsable de la unidad Emilio San Juan, el subjefe Michel Eguiguren y los voluntarios Mikel Mendi, Josetxo Colmenar y Ana San Justiniano explican la labor que realizan. Porque, explica San Juan, «la gente nos ve en la calle, pero creo que hay un tanto por ciento de la población un poco elevado que no sabe la función real que desempeñamos».
Efectivamente, los voluntarios de Protección Civil con sus característicos uniformes naranja y azul marino son un elemento habitual del paisaje irunés, sobre todo en eventos especiales. Pero también están, allá donde haga falta, cuando se producen emergencias: es habitual que este tipo de situaciones deriven de «las inclemencias meteorológicas», explica Iñaki Corral, suboficial de Policía Local de Convivencia Cívica y Protección Civil. «Ellos tienen un papel muy importante cuando se producen alertas de este tipo».
Las cifras
- 17
- voluntarios componen el cuerpo de Protección Civil de Irun, doce hombres y cinco mujeres.
- 85
- es la cifra media de servicios que realiza Protección Civil cada año.
- 2.000
- horas de servicio, aproximadamente, se prestaron en 2019.
Y, en este sentido, el cuerpo ha tenido un final de año movidito. «En el mes de diciembre hemos tenido seis o siete emergencias», señala Emilio San Juan. El temporal de viento, que provocó un centenar de incidencias, les mantuvo muy ocupados pero no les pilló desprevenidos: las alertas que se comunicaron 48 horas antes presagiaban «que aquello podía terminar como terminó», explica el responsable. Michel Eguiguren apunta que, preventivamente, «nosotros calculamos que pueda ser más de lo que avisan». Por si acaso, «nos ponemos en lo peor». En el caso de incidencias por viento, que conllevan caídas de árboles y ramas, se hacen indispensables las motosierras de las que dispone el equipo. Hoy en día se ofrecen formaciones para aprender a manejarlas, pero Emilio San Juan, voluntario de Protección Civil desde hace casi 25 años, recuerda que «yo aprendí a manejar una motosierra durante una emergencia». «Es como más se aprende, en la práctica y sobre el terreno», apunta Mikel Mendi.
Muchas tareas y muchas horas
Dar una buena respuesta a este tipo de emergencias es posible, por una parte, por las previsiones meteorológicas, «que han avanzado mucho». Y también gracias a la buena coordinación que existe entre los voluntarios de Protección Civil: cuando se produce una emergencia, en primer lugar «la central de Policía Local nos avisa». A partir de ahí, «los voluntarios se van incorporando en función de sus horarios de trabajo».
Ese gran número de inclemencias meteorológicas del otoño de 2019 no fue el único hecho poco habitual del año pasado: Iñaki Corral recuerda la cumbre del G7, en torno a la cual Policía Local y Protección Civil, en coordinación, hicieron «un trabajo de prevención muy importante». Por ejemplo, habilitaron un albergue de emergencia por si se daba el caso «de que se cerrasen las fronteras», en el colegio Lekaenea.
Colocar las compuertas anti inundaciones varias veces y vigilar el nivel del río Bidasoa, habilitar un dispositivo para trasladar a personas con movilidad reducida a los colegios electorales cuando las elecciones coincidieron con la Behobia-San Sebastián, drenar un palmo de agua de unos garajes inundados en la calle Virgen Milagrosa, repartir pulseras identificativas para niños en varios eventos... Los voluntarios de Protección Civil hacen mucho y meten muchas horas. «Hacemos una media de 85 servicios anuales», que se traducen en «entre 1.500 y 2.000 horas». Cada voluntario puede estar, en cada servicio, «una, dos, tres o cuatro horas. Depende de la situación». Es mucho tiempo de trabajo que no siempre es visible: «si estamos cortando un árbol a las cinco de la mañana, o echando sal a las calles a las dos de la madrugada... La gente no nos ve», señala Michel Eguiguren.
Tantas horas en tantos servicios diferentes dan para haber vivido «muchas aventuras». Emilio San Juan recuerda una anécdota de «hace años, cuando todavía no teníamos vehículos específicos e íbamos a prestar servicio en nuestros coches particulares». Sucedió durante una alerta por fuertes vientos: «nos avisaron para que fuéramos a la gasolinera junto al Hotel Urdanibia, que parecía que había unas chapas o algo así que se caían. Se estaba desprendiendo el techo de la gasolinera: veías las chapas flotar por el aire, y con los golpes de viento salían disparadas para cualquier lado». Por si eso fuera poco, «de pronto vemos que se arranca de cuajo uno de los surtidores» de la gasolinera. Prudentemente, Emilio y su compañero optaron por «tirar para atrás y avisar a Bomberos. Pero nada de arrimarnos. Luego ya nos dijeron que el surtidor tiene un sistema de seguridad que impide que se escape la gasolina. Pero de eso nos enteramos a posteriori...».
Son «aventuras que vas solucionando como puedes». Aunque a veces no queda otra que resignarse, como cuando «en nevadas, abres un camino a lo largo de toda la avenida de Letxunborro y, después de la pechada de dos horas limpiando la acera, cae otra nevada. Y hala, a empezar otra vez...».
A lo largo de este año dos nuevos voluntarios se incorporarán a Protección Civil de Irun. El cuerpo está abierto a recibir a todo el que quiera sumarse: «sólo hay dos requisitos, ser mayor de edad y tener carnet de conducir». El Gobierno Vasco imparte una formación específica, con una parte teórica que se realiza online y unas prácticas en la academia de Arkaute.
«Todos pueden aportar algo»
Los miembros de Protección Civil animan a formar parte del cuerpo, teniendo en cuenta que «te tiene que gustar mucho el tema del voluntariado. Pero que la gente no piense que 'es que yo no serviría...' Ha habido voluntarios que no se sentían capaces de hacer algunas tareas, pero salíamos a la emergencia, y las hacían», explica Michel Eguiguren. «Todos tenemos nuestras limitaciones: igual hay quien no quiere utilizar la motosierra porque le da mucho respeto. Le diría que no pasa nada, y que con esa cara de simpatía que tiene vaya a cortar la calle. Y ya está». El voluntariado en Protección Civil, además, ha ayudado a gente a «descubrir que tienen cualidades que desconocían», afirma Josetxo Colmenar. Emilio San Juan añade que «hay muchas funciones que cubrir y cada persona, por su bagaje o por su formación, puede aportar algo». Ejemplo de ello es la voluntaria Ana San Justiniano, que es técnico sanitario «y además he estado diez años de voluntaria en Cruz Roja». Precisamente, Protección Civil ha empezado a impartir cursos de primeros auxilios. Y Michel Eguiguren apunta un dato importante para que la ciudadanía lo tenga en cuenta: los dos vehículos de Protección Civil están equipados con un DEA (desfibrilador externo automático).
Ser voluntario significa, como resume Mikel Mendi, que «parte de tu tiempo libre lo dedicas a los demás». Todavía queda quien se sorprende por actitudes altruistas como las de Protección Civil: «hay gente que, cuando les cuentas no cobras, te dice que entonces ellos no lo harían. Pero les explicas que hay muchas cosas que no se podrían hacer si no fuera por voluntarios de DYA, Cruz Roja o Protección Civil, y ahí ya les cambia un poco la mentalidad», explica Josetxo Colmenar.
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