Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 27 de Noviembre de 2020.
«Con mis 'heridas' algún que otro susto se han llevado los conductores»
KARMEN S. CAMPO, MAQUILLADORA DE COSAS FANTÁSTICAS
Descubrió la magia de la caracterización en Legaleón y desde entonces su pasión es también un trabajo
El mal y lo increíble nacen en el maquillaje, en la caracterización. Perdonad esta afirmación improvisada, pero ¿podría el Joker atemorizar a Gotham del mismo modo sin la pintura de su cara? ¿Acaso Freddy Krueger podría colarse en nuestros sueños sin las quemaduras de su cara? ¿Y qué me decís de Lord Voldemort o la niña del Exorcista? Sin su temible y desfigurado rostro sería un mago divertido y sin esas ojeras y cicatrices falsas, sería una niña adorable. El maquillaje es la clave y no siempre busca resaltar nuestra belleza, también sirve para dar miedo o, incluso, para salvar el mundo. Que se lo digan a Jennifer Lawrence y las siete horas de maquillaje con aerógrafo que soportó cada día para vencer a todos los villanos en X-Men. Qué importantes son esas personas que se encargan de hacer más grandes nuestros temores, nuestras pesadillas, nuestros miedos, nuestros villanos, pero también nuestras súper-heroínas, poderes y personajes preferidos. Karmen es una de esas artistas capaces de hacernos creer que una adorable niña lleva el demonio dentro o que un hombre cualquiera en Elm Street puede colarse en nuestros sueños y convertirlos en pesadillas. Sus brochas y pinceles son fantasía, terror o imaginación porque la belleza tiene muchas formas de ser.
–Algún susto que otro ya habrás dado a tus vecinos...
–(Risas) A mis vecinos no sé, pero a los conductores de autobuses de Bilbo sí que les di más de uno con mis 'heridas'. Era el método de la escuela...
–¿Qué método?
–Practicábamos todo tipo de heridas, quemaduras, cicatrices, sangre... Y al irnos siempre nos decían que si alguien reaccionaba fuera, era señal de que el trabajo era creíble.
–Y el tuyo lo era, claro.
–Luego ya me pillaron el truco, aparecí tantas veces con una brecha en la cabeza que... (Risas) Pero sí, era divertido ver la cara de la gente por las calles o en el metro.
–¿Dónde te atrapó el gusto por las heridas y la caracterización?
–Fue en Legaleón haciendo teatro. Yo era una chavalilla, pero me cogieron para un corto y me pareció algo súper mágico. No sé, recuerdo la iluminación, los atrezzistas, los de sonido, las cámaras... Me parecía magia. Me mancharon con sangre y eso me atrapó.
–La magia del cine, ¿a quién no le atrapa?
–Pues sí, a mí me gustó mucho toda la parte de hacer el vestuario, las prótesis, las heridas... Me apunté a maquillaje para aprender, pero a mí lo que me gustaba era transformar las caras de otra forma. Me gustaban los efectos especiales y no tanto el maquillaje enfocado a belleza. Yo quería hacer heridas o moratones. Eso lo encontré más adelante en Bilbo.
–Y el primer trabajo, ¿dónde?
–Pues recuerdo que la primera oportunidad me la dio Fermin Muguruza. Sí, trabajé hace muchos años en un videoclip suyo. Ahí empezó todo más o menos.
–¿No pensabas dedicarte a esto?
–Bueno, ya sabes, cuando algo te gusta, te lo tomas más como una afición y no lo valoras tanto como un trabajo en serio. Pero he trabajado, y trabajo, mucho. ¡No me puedo quejar!
–Cuéntame más heridas y cicatrices que hayas hecho.
–Estuve unos meses de Erasmus en Bulgaria y allí trabajé en unas películas con una productora americana.
–¡A lo grande!
–Sí, esa fue una experiencia muy curiosa. Yo no sabía búlgaro e inglés, lo justo. Pero con gestos y tal, el maquillaje es casi universal, me hacía entender. Lo guay fue que era una productora americana y todo era enorme. Los platós, los escenarios... Todo era muy americano. Fue increíble. Allí estuve cuatro meses. Y luego por aquí también he hecho muchas cosas...
–Cuenta, ¿dónde has sacado tus pinceles?
–He hecho videoclips, publicidad, mucha fotografía y también muchos trabajos para la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia.
–¿Qué has tenido que hacer en la semana más terrorífica y divertida?
–He trabajado mucho para los pasacalles que suelen hacer. Depende del tema que ponen pues nos ha tocado caracterizar zombies o japoneses. (Risas)
–Belleza terrorífica a pie de calle...
–En Irun también. He hecho varias cosas para el Eskina y para el Café Irun. Ahí he hecho sobre todo trabajos de bodypainting.
–Eso sí que son horas de maquillaje, ¿verdad?
–¡Muchas! Pueden ser entre seis y ocho horas. Hay que organizarse bien para que las modelos y los modelos no sufran ninguna lesión. Al final, de tantas horas sin moverse, pueden surgir contracturas. Pero es un trabajo precioso en el que la imaginación y la creatividad lo es todo.
–Una transformación completa...
–Eso es lo que me gusta a mí. A mí me gustan las transformaciones. El tema belleza no me gusta tanto, yo, por ejemplo, apenas me maquillo pero hacerme transformaciones... ¡me encanta! A mi hermano también le he hecho muchas cosas.
–Pero supongo que donde tú te sientes cómoda es detrás de las cámaras, dónde sucede la magia.
–Totalmente. Lo de ponerme delante de las cámaras no me gusta nada. Solo lo hago con mi amiga Thais, pero lo que me gusta es estar detrás preparándolo todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario