Travesía cantábrica a fuego lento
La sociedad de montaña Irungo Mendizaleak finalizó el pasado martes su aventura más grande hasta la fecha: recorrer los 1.563 kilómetros de costa que separan Capbreton y el faro de Finisterre a lo largo de nueve años
REPORTAJE DE JON GUEZALA - Viernes, 18 de Octubre de 2019 - Actualizado a las 06:04h
La comitiva de Irungo Mendizaleak en el faro de Cabo Vilán.
En otoño de 2010 la sociedad de montaña Irungo Mendizaleak decidió iniciar una aventura sin precedentes en el seno de la entidad: realizar a lo largo de varios años una travesía costera arrancando en la comuna francesa de Capbreton, en el departamento de las Landas, para llegar hasta la frontera entre Bizkaia y Cantabria.
Su presidente, Julio Iturre, recuerda aquellos años, en los que todavía no ostentaba el cargo: “El proyecto comenzó como una actividad habitual de las que programamos todos los años en nuestro calendario, a sugerencia de algunos socios”. La idea original era simple y consistía en realizar dicho trayecto a pie utilizando siempre los caminos y senderos más próximos a la costa, tratando de tener siempre a la vista el mar a mano derecha y atravesando acantilados, playas y calas “en el estado natural que guardan nuestras costas todavía”, en palabras de Iturre.
“Entre 100 y 110” mendizales,según el presidente, emprendieron el camino a Capbreton desde Irun “en dos autobuses” el 6 de noviembre de 2010 para realizar la primera etapa del recorrido, una de muchas. Poco a poco, organizando salidas a lo largo de los años, los miembros de Irungo Mendizaleak fueron completando el recorrido, dejando atrás las Landas, Iparralde, Gipuzkoa y Bizkaia hasta llegar a su destino inicial, la frontera con Cantabria, en 2014.
“Una vez allí, un grupo de socios propuso continuar la aventura hasta Galicia y, a lo tonto, lo hemos conseguido”, narraba Iturre. Al llegar a tierras asturianas, la forma de organizar las salidas tuvo que cambiar ya que el formato de travesías de fin de semana ya no era viable debido a la distancia. “En los últimos años hemos aprovechado el puente del Pilar para hacer, a lo largo de once días, ocho o nueve etapas de la travesía de una sentada”, continuaba Iturre, que aseguraba que “algunos de los socios se han ido organizando las vacaciones del trabajo en los últimos años para poder ir a las salidas”.
Tras cocinar año a año, a fuego lento, la travesía cantábrica, 60 socios de Irungo Mendizaleak recorrieron los últimos 200 kilómetros del camino, divididos en ocho etapas, entre los días 4 y 15 de este mes de octubre, realizando, para finalizar, la llamada ruta de los faros gallega entre Malpica y Finisterre. “Después de haber hablado con otros cubles de montaña y por la información que tenemos, creemos que somos la única entidad que ha realizado un proyecto de este tipo en todo el Estado”, afirmaba Iturre.
El desglose en cifras de la proeza de Irungo Mendizaleak deja un balance ciertamente impresionante: 1.563 kilómetros recorridos en un total de 72 etapas y con más de 200 participantes a lo largo del viaje. Cuestionado sobre si la entidad tiene la intención de continuar la travesía hacia el sur, hacia Portugal, el presidente no lo descarta: “Dependería de que hubiese voluntad de seguir, pero los socios que han ido llevando la organización del proyecto están algo cansados de todo el trabajo que ha supuesto a lo largo de los años”.
En ese sentido, el presidente incidía en la ingente labor de logística y organización de cuatro miembros concretos de Irungo Mendizaleak en la preparación de las etapas. “Para dibujar las rutas no nos valía con ver los senderos por Internet porque no siempre son precisos, hemos contado con un equipo de dos personas que se acercaba a realizar las etapas semanas antes que la comitiva para comprobar el terreno y elaborar las fichas de referencia que luego utilizamos en la travesía”, aclaraba el presidente.
Con el objetivo de no echar a perder toda esa información, Irungo Mendizaleak está editando un libro que se prevé publicar en diciembre y que recopilará todas las fichas técnicas de las etapas realizadas durante la travesía, de forma que puedan ser de utilidad para todo aquel montañero que se anime a seguir los pasos de la sociedad.
En cuanto a la diferencia entre los miembros que terminaron la travesía (60) y los que la iniciaron (110), Iturre reconocía que a la sociedad, “como a todas”, cada vez le cuesta más atraer a los jóvenes a participar en las salidas de grupo, ya que prefieren ir al monte “solos o con unos pocos amigos”. “Animaría a la gente a inscribirse y a federarse por todas las ventajas que ello conlleva”, finalizaba Iturre.
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