«Es un error alargar la jubilación, cuando no hay trabajo para los jóvenes»
El colectivo que preside reúne a más de 1.200 socios y se prepara para celebrar, el próximo 1 de octubre, el Día del Mayor
- MARÍA JOSÉ ATIENZA | IRUN.
Pertenece a una generación que pasó la mayor parte de su vida laboral sin vacaciones, ni libranzas; una generación que conoce bien eso a lo que ahora llaman 'reinventarse'. Empezó de cero varias veces, en distintas ciudades. Fue pintor, ferrerista y cocinero. Vivió en Tamames, Zumarraga, Beasain, Tolosa, París e Irun, donde finalmente se quedó. Ahora, con 77 años, reparte su tiempo entre la presidencia de la Asociación Makila y dos placenteras ocupaciones: ejercer de abuelo y viajar. Ante la celebración, el próximo 1 de octubre, del Día del Mayor, Amador Hernández repasa la actual situación de los mayores, que se ha conseguido tras una larga lucha por las conquistas sociales, «unas conquistas», advierte, «que están cayendo en picado».
-Usted preside un colectivo de personas mayores que tiene más de 1.200 socios. ¿Cuál es la preocupación más generalizada entre ellos?
-Hacer algo. Ocupar el tiempo. Todos están preocupados por lo mismo y, muy especialmente, las viudas y viudos, que se quedan con un vacío muy grande. Vienen a la asociación para hacer actividades, porque tenemos una oferta muy variada. Hay más de 500 personas apuntadas, todas haciendo algo. Tenemos francés, euskera, pintura, bailes de salón, natación, gimnasia, yoga, conferencias... Pueden hacer todas esas cosas, pero, sobre todo, vienen a convivir, a compartir, a hablar.
-Un reciente estudio financiado por el Gobierno Vasco revela que las personas mayores asumen, en Euskadi, más de un tercio de la carga de cuidados que precisa la sociedad. No parece que tengan mucho tiempo libre.
-La inmensa mayoría de los mayores que conozco está cuidando a los nietos, es verdad. Es una necesidad de nuestros hijos y un placer para nosotros, siempre y cuando no haya excesos... y hay algunos abusos, la verdad.
-¿Se quejan de ello los abuelos?
-Pues sí. Hay muchas mujeres, sobre todo, que nos cuentan que les dejan los nietos hasta los fines de semana, para irse a cenar. Las explotan. No se dan cuenta de que necesitan su libertad, su descanso y sus vacaciones. En esos casos, hay que hablar con los hijos y decirles: «Aquí estamos para lo que haga falta, pero nuestra etapa de estar a tiempo completo ya pasó».
-También se han convertido muchos mayores en el sostén económico de sus familias.
-Está pasando mucho. Lo notamos en las excursiones. Antes, en seguida llenábamos los autobuses y ahora, hay salidas que tenemos que anular. Matrimonios y viudas que han venido siempre a nuestras excursiones, nos dicen que no pueden apuntarse, porque tienen que ayudar a la familia. Tienen hijos o nietos en paro y tienen que echar una mano.
-Ahora, en tiempo de crisis, hay personas contemplan a los jubilados como unos privilegiados que se pasan la vida viajando con el Imserso.
-No niego que haya quien se pueda pagar esos viajes de su bolsillo, pero mucha de la gente que viaja con el Imserso nunca tuvo vacaciones durante su vida laboral. Hay que pensar en eso. Es ahora cuando toda esa gente está viviendo, si entendemos por vivir el tener tiempo libre y disfrutarlo. Yo mismo no he podido salir de vacaciones hasta que he sido mayor.
-¿Qué opinión le merece la prolongación progresiva de la edad de jubilación?
-Me parece un error alargarla. Si ya no hay trabajo para los jóvenes, menos trabajo va a haber si prolongamos la edad para jubilarse. Es incongruente que la señora Merkel obligue al presidente del Gobierno español a alargar dos años la jubilación, cuando resulta que en Alemania la reducen. No entiendo cómo nadie se le opone. Tampoco entiendo cómo se ha podido gastar tanto dinero en cosas inútiles, como aeropuertos o autopistas que no se usan , sin que haya habido nadie capaz de parar todos esos abusos. No entiendo que la gente que tiene que dar ejemplo se llene los bolsillos. Eso, al obrero, le hace mucho daño y a los jubilados con pensiones bajas, que son muchos, también.
-A sus 77 años, le ha tocado vivir épocas muy duras y otras más llevaderas ¿Cómo ve la evolución en los derechos de las personas mayores?
-Hemos avanzado mucho desde la década de los 60 hasta mediados de los 80 en los derechos de los mayores y de los ciudadanos, en general. A partir de ese momento, empezamos a perder conquistas sociales y derechos laborales. Y ya en los últimos cuatro años, creo que hemos perdido todo lo que se había ganado en los últimos cuarenta. Yo he vivido la consecución de las ocho horas. Yo he llegado a tener medio día de fiesta a la semana, lo que quiere decir que terminaba a las cinco de la tarde y volvía al día siguiente, temprano, a trabajar. Luego, conseguimos el día y medio libre y después, los dos días. Todo eso que ha costado tanto conseguirlo se está yendo a pique. Los derechos laborales están cayendo en picado. La gente joven no se da cuenta de lo que ha costado conseguir todo eso y ahora vemos que se pierde. Yo vivía en París en mayo del 68 y creo que necesitamos otra movilización como aquélla, pero somos muy pasotas. No exponemos nada y si no se expone nada, nada se consigue.
-Usted que ha vivido en varias ciudades ¿cómo ve Irun desde la perspectiva de las personas mayores?
-Todo se puede mejorar. Tiene el problema de las bicicletas por las aceras. Fui de los primeros en denunciarlo, porque a la gente mayor le asusta y le incomoda muchísimo. Pero, por lo demás, tiene zonas verdes, lugares de descanso y es una ciudad cómoda y agradable.
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