Un patrimonio para conocer y cuidar
El edificio contiene la historia de dos milenios ininterrumpidos de rituales funerarios y de culto en la ciudad
El museo Oiasso organiza visitas guiadas a la ermita y necrópolis de Ama Xantalen todos los sábados
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
La ermita de Santa Elena es el punto de partida. En Irun no hay otro lugar cerrado donde sobrecoja tanto el peso de la historia. No en vano, sus cuatro paredes protegen dos milenios ininterrumpidos de rituales funerarios y de culto. El Museo Oiasso organiza cada sábado una visita guiada a la necrópolis de Ama Xantalen, para dar a conocer este importante patrimonio. Los grupos de visitantes, más numerosos en los meses de verano, parten del edificio del propio museo, donde los guías contextualizan el devenir de este templo y cementerio, ubicado en la parte oriental del casco urbano de la ciudad.
Realizamos este reportaje siguiendo a Itsaso Bikuña, como eficaz y amable guía, con un grupo de navarros que pasan unos días de vacaciones en Hondarribia y que se interesan por la historia de la zona. «Nos gusta conocer los sitios en los que estamos», dicen. «Si hace bueno, vamos a la playa, pero si las previsiones del tiempo son malas, aprovechamos para apuntarnos a alguna visita guiada, porque siempre se aprende algo interesante».
La reproducción de una parte de la Tabula de Peutinger, ese gran mapa que ocupa una pared del vestíbulo del museo, sirve para situar geográficamente a Oiasso. «El historiador y geógrafo Estrabón hablaba sobre Oiasso, pero al principio no lo ubicábamos. Pensábamos que podía ser Oiartzun, porque es el nombre que más se parece. Además, teníamos otra referencia, que era la de las minas de Arditurri, ubicadas en Oiartzun, de donde se extraía el mineral de la galena en época romana. Esos dos datos, nos hacían pensar que Oiasso podía ser Oiartzun. Sin embargo, los restos arqueológicos de la ciudad romana se han encontrado aquí, en Irun».
Si hacemos un repaso topográfico de la zona, «vemos que Errenteria se llamó Villanueva de Oiarso, que la zona de Errenteria, Pasaia y Lezo se llama hoy en día Oarsoaldea y que el monte Jaizkibel era Olearso. Seguramente, Oiasso pudo ser el nombre de toda la comarca».
Irun se sitúa como punto estratégico de la costa del Atlántico, tanto para ir a la Galia como para seguir camino hacia Tarraco. Además, la bahía de Txingudi favorece la entrada por ser un puerto natural. «Es algo que ahora nos sorprende, porque le hemos ido ganando terreno al mar, pero veremos que Irun está muy ligado a la vida marítima». Según nos vamos acercando a Ama Xantalen, la guía explica que en el interior de la ermita «veremos un barco», símbolo de agradecimiento de los pescadores, que volvían de faenar sanos y salvos.
Ya en el interior del edificio, se diferencian las etapas de ocupación del yacimiento de Ama Xantalen. Cronológicamente, los restos más antiguos se sitúan entre los años 50 y 150. Hay una necrópolis romana de incineración, y un recinto cuadrado y otro rectangular contemporáneos suyos. Los cimientos de este rectángulo de piedra se aprovecharon para reedificarlo como ermita en la alta Edad Media. El templo cristiano, que ha llegado entero hasta la actualidad, fue levantado, probablemente, a mediados del siglo XIV y la última ampliación se realizó a finales del XV o principios del XVI.
Las excavaciones de la ermita de Santa Elena que nos han permitido conocer toda esta historia datan de los años 1971 y 1972, y fueron dirigidas por Ignacio Barandiaran, Manuel Martín-Bueno y Jaime Rodríguez Salís. El hallazgo tuvo que ser una fiesta para el gran equipo de arqueólogos que lo llevó a cabo. «La necrópolis fue el punto de partida para pensar que la ciudad romana estaba aquí cerca. Encontraron el templo, el mausoleo y 106 urnas cinerarias. Para la época, es un número importante que indica que la ciudad también lo era».
En el mausoleo, el lugar donde reposaban las cenizas de las elites locales, se halló una botella de vidrio utilizada como urna cineraria, que puede verse en una de las vitrinas la exposición permanente instalada bajo el coro de la ermita. También se exhiben numerosas vasijas halladas durante la excavación y cuidadosamente recompuestas por los arqueólogos. «Encontraron la mítica terra sigilata, esa cerámica rojiza, fina y con dibujos que utilizaba la gente rica».
En otra de las vitrinas, se muestra una reconstrucción en miniatura del sistema de explotación de las minas de Arditurri en época romana. Es fundamental hablar de la minería a la hora de entender la presencia romana en la zona. «De Arditurri extraían el mineral de la galena, del que sacaban la plata y el plomo. Utilizaban el sistema de torrefacción, quemaban la pared y echaban baldes de agua. Con el contraste entre el calor y el frío, la piedra se resquebrajaba y se extraía más fácilmente el mineral».
Los cuatro apliques hallados bajo el mar, en el cabo de Higuer, que representan a Marte, Minerva, Isis, Helios y varias lucernas son otras de las piezas de época romana que se exhiben en la ermita.
La historia sigue abierta
Tras la visita a la exposición permanente de Ama Xantalen, el grupo desciende por la escalera del coro para observar los restos a corta distancia. Es en ese momento cuando mejor se percibe la calidad y la importancia del yacimiento de Santa Elena para el reconocimiento de la presencia del mundo romano en el territorio de los vascones. Pero el libro de la historia aún no se ha cerrado. «Sabemos que cuando llegaron aquí los romanos, estaban los vascones, pero la ciudad de los vascones aún no se ha encontrado. No sabemos mucho sobre su vida. Sólo tenemos algunos datos de sus sistema funerario. Pero si algo tiene la historia es que está abierta y que la investigación sigue».
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