El canal de Dunboa, a pico y pala
La hondarribiarra Aiala Oronoz, con la colaboración de la asociación republicana Nicolás Guerendiain, ha elaborado un escrito en el que narra los trabajos de canalización de la regata Olaberria por parte de presos de la dictadura de Franco
REPORTAJE Y FOTOGRAFÍA DE JON GUEZALA - Sábado, 5 de Enero de 2019 - Actualizado a las 06:03h
Grupo de presos del destacamento penal de Irun. (Foto: N.G.)
Cuando la Guerrra Civil finalizó en 1939, sus consecuencias fueron palpables y evidentes en todo el Estado, aunque quizás más todavía en las zonas que fueron fieles a la Segunda República hasta las últimas consecuencias. En Irun, como en muchas otras partes de Euskadi, la imagen de los represaliados realizando tareas forzadas al aire libre para conmutar sus penas fue muy habitual durante los primeros años de la dictadura, pero a día de hoy no quedan muchas personas que lo recuerden y pocas conocen lo que ocurrió en la ciudad, menos aún entre las generaciones más jóvenes.
Y no es de extrañar. Hasta hace bien poco, la cantidad de información disponible que existía sobre los trabajos forzosos en la posguerra en Irun era muy limitada, casi inexistente. Sin embargo, gracias al trabajo investigador de la hondarribiara Aiala Oronoz Mitxelena, hoy podemos saber un poco más sobre quiénes fueron aquellos presos, por qué estaban en Irun y qué hicieron en la ciudad.
Con la colaboración de la Asociación Republicana Irunesa Nicolás Guerendiain, Oronoz publicó la semana pasada el libro A pico y pala: Trabajos forzosos en Gipuzkoa. Destacamento penal de Irun (1942-1944), fruto de un intenso trabajo en archivos históricos guipuzcoanos, en el que explica en profundidad el inicio y el desarrollo de las obras de canalización de la regata Olaberria, unos trabajos que fueron ejecutados en gran parte por presos republicanos (o acusados de serlo).
“La investigación surgió a raíz de que encontré, de casualidad, los expedientes de los presos que trabajaron en el canal en el Archivo Histórico Provincial de Gipuzkoa, en Oñati”, narra Oronoz, que en aquel momento estaba buscando expedientes de presos irundarras. “Era un tema que hasta ahora no se había abordado, no había documentación elaborada y creo que era algo que había que hacer”, explicaba la autora.
EL PROYECTOEl canal de Dunboa canaliza en sus, aproximadamente, 950 metros de longitud la regata de Olaberria desde la ermita de Santa Elena hasta el antiguo puente del ferrocarril del Bidasoa, por el que actualmente transcurre la variante de Irun (GI-636). En su trayecto, atraviesa la zona baja de la ciudad, pasando por las calles Santa Elena, Uranzu y la avenida de Navarra.
Tal y como lo explica Oronoz en su publicación, las obras del canal “fueron concebidas mucho antes del alzamiento militar del 18 de julio de 1936 y nada tuvieron que ver con la destrucción a causa de la guerra”. Con la evolución urbana de Irun a lo largo del siglo XX, es difícil vislumbrar actualmente la necesidad de canalizar una regata como la de Olaberria, con muy poco caudal durante la mayor parte del año.
No obstante, Oronoz recuerda que “la parte baja de Irun fue construida sobre marismas que fueron saneándose mediante la construcción de malecones”. A principios del siglo pasado, la cantidad de edificaciones que fueron ocupando el cauce natural de la regata era cada vez mayor y las inundaciones comenzaron a ser un problema habitual en la zona.
Por ello, el proyecto inicial fue presentado en 1934 y su tramitación continuó los cauces habituales hasta que en 1936 se paralizó debido al inicio de la guerra. Las obras del canal arrancaron finalmente el 27 de agosto de 1942 y, según Oronoz, “cabe pensar que comenzaron a realizarse con trabajadores libres y que los presos fueron incorporados a finales de noviembre de ese mismo año”. La empresa adjudicataria fue Ferrocarriles y Construcciones ABC y el precio final de los trabajos fue de 3.460.168,93 pesetas.
LOS PRESOSUna de las cosas de las que Oronoz se declara más orgullosa es de haber podido encontrar los nombre y apellidos de 207 de los presos que trabajaron en las obras de canalización, una cifra que reconoce no saber si es la definitiva. “Podrían ser más. Según los datos oficiales de la época eran solo 180”, aclara la investigadora.
Ampliando el foco, si determinar la cantidad de presos que eran parte de un destacamento penal ya resulta complicado, establecer un número aproximado de los que fueron forzados a trabajar para conmutar sus penas a nivel estatal es una tarea tremendamente compleja.
Además, una distinción que Oronoz aclara desde el primer momento es la diferencia entre preso y prisionero. Fueron los prisioneros, y no los presos, quienes formaron parte de los históricos Batallones de Trabajadores. Según las instrucciones dictadas desde el Cuartel General del Generalísimo sobre la clasificación de los prisioneros, tal y como las recoge Oronoz, debían permanecer en los campos de concentración de prisioneros, para pasar a formar parte de los batallones, aquellos quienes “teniendo antecedentes desfavorables, no hubieran cometido un delito”. De los Batallones de Trabajadores de Irun poco se sabe actualmente, siendo un tema pendiente de investigar.
En cambio, los presos, desde el punto de vista del Régimen, sí habían cometido delitos y trabajaban para reducir sus condenas en destacamentos penales, como en el caso de quienes realizaron en la canalización de Olaberria. Los destacamentos penales tuvieron una doble función para el Régimen: realizar trabajos de “interés nacional” con una mano de obra gratuita y aligerar la carga de las prisiones del Estado, desbordadas durante la posguerra.
En Gipuzkoa, además del de Irun, hubo otros seis destacamentos penales en Arrona, Donostia, Eibar, Errenteria, Itziar y Zegama. Casi todos pertenecían a la misma empresa que acometió las obras del canal de Dunboa: Ferrocarriles y Construcciones ABC.
La mayoría de los presos del destacamento penal de Irun no eran irundarras, sino que provenian de un total de 34 provincias diferentes
Trasladados
En el destacamento penal de Irun, muy pocos de los presos eran irundarras. De hecho, había presos procedentes de 34 provincias del Estado. Como aseguraba Oronoz, “el traslado de los apresados para que cumplieran las penas lejos de sus hogares fue una práctica habitual durante los primeros años de la dictadura. Lo que probablemente no lleguemos a saber es si seguían algún criterio a la hora de determinar sus destinos o si lo hacían de manera arbitraria”.
En ese sentido, además de tener que realizar los trabajos que normalmente se habrían relegado a los peones en las obras del canal de Dunboa (como la extracción de la arena y la gravilla a pie de obra o el transporte de la piedra y la grava utilizada para el relleno), los presos del destacamento de Irun, como tantos otros, se vieron sometidos a una doble condena al no poder ver a sus familias durante años.
A pico y pala también incluye testimonios de irundarras que fueron testigo de los trabajos y mucha más información de la que cabe en estas líneas. El libro se puede adquirir a un precio de 15 euros en las librerías irundarras Kiosko 33 (c/ República Argentina, 13), Brönte (c/ Mayor, 16) y Juncal (avda. Salis, 32), así como en el local de la asociación Nicolas Guerendiain (c/Leandro Agirretxe, 1).
Hoy, 80 años después del final de la Guerra Civil, el canal de Dunboa sigue ahí para recordarnos que hubo otros tiempos más oscuros en los que la represión era habitual y la paz no se daba por sentada. Quizás, dentro de otros 80 el canal siga también ahí, aunque es difícil asegurar si las generaciones futuras recordarán quién lo construyo. De nosotros depende trasmitir el relato mediante trabajos como el de Oronoz.
LA CIFRA
207
Son los represaliados que trabajaron en la construcción del canal de Dunboa y cuyos expedientes penitenciarios ha recopilado Aiala Oronoz, con sus nombres y apellidos, en su escrito. Según la propia autora, debido a la dificultad de rastrear todos los expedientes, es posible que nunca conozcamos la cifra exacta.
CRONOLOGÍA
Principios del siglo XX. La zona baja de Irun se desarrolla urbanísticamente ocupando el cauce de la regata Olaberria. Las inundaciones se vuelven habituales.
1934. Se presenta la primera versión del proyecto del canal de Dunboa.
1936. Se paraliza el proyecto debido al inicio de la Guerra Civil.
1942. Las obras arrancan el 27 de agosto y empiezan a incorporarse presos a partir de noviembre.
1944. Los trabajos se encuentran prácticamente finalizados y los presos que quedaban en el destacamento vuelven a la Prisión Provincial de San Sebastián el 2 de septiembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario