martes, 10 de noviembre de 2020

Mirar hacia atrás para seguir adelante

Noticia publicada en Diario Vasco,el martes día 10 de Noviembre de 2020.

Mirar hacia atrás para seguir adelante

Memoria. La asociación Kepa Ordoki lleva dos años realizando trabajos de investigación, abiertos al público a través de su web

Joserra Emparan, Koldo Salinas,Shole Aguirre y Peli Lekuona,miembros de la asociación. / F. DE LA HERA
Joserra Emparan, Koldo Salinas,Shole Aguirre y Peli Lekuona,miembros de la asociación. / F. DE LA HERA
MARÍA JOSÉ ATIENZA

Mirar hacia atrás para seguir adelante' es el lema elegido por el Instituto Gogora en el Día de la Memoria, que se celebra hoy martes, 10 de noviembre. Aunque no en la totalidad de su planteamiento, la asociación Kepa Ordoki Memoria Historikoa Bidasoan se identifica con esta conmemoración y sobre todo, con su lema. Formada por personas residentes en Irun, Hondarribia, Hendaya y Bortziriak, esta asociación fue presentada al público en octubre de 2018. Nacía, entonces, con el propósito de «restaurar y difundir la dignidad de las personas que lucharon o dieron la vida por la libertad, la democracia y la justicia social en la cuenca del río Bidasoa». El colectivo se comprometía a divulgar fotografías, información, documentos y testimonios de los trabajos de investigación que proyectaba realizar, así como a organizar acciones relacionadas con la recuperación de la memoria histórica.

Dos años después de su creación, a fuerza de consultar archivos, estudios académicos, publicaciones diversas y Prensa de la época y tras escuchar a decenas de testigos vivos y a familiares de los que ya no están entre nosotros, puede decirse que la asociación está respondiendo a sus objetivos.

Todos los trabajos

Con acceso libre desde su web (kepaordoki.wordpress.com), a día de hoy puede consultarse (en euskera y castellano) el resultado de trabajos como 'Los campos de detención de Irun', 'La Salle Enea, hospital militar', 'Deportados del Bidasoa' o 'Batallón Gernika', cuyo comandante, el irunés Kepa Ordoki, da nombre al colectivo. Además, en la web www.izanzirenak.eus se recoge el trabajo titulado 'Izan zirenak eta izango direnak gogoan', una investigación relativa a la represión sufrida por mujeres del Bidasoa entre los años 1936 y 1945.

«Lo mejor de estos proyectos es que están vivos, porque una vez que se hacen públicos a través de las web, surgen nuevos testimonios y aportaciones», explica Peli Lekuona, secretario de la asociación. «En el trabajo sobre la represión de las de las mujeres, por ejemplo, teníamos identificadas a 171, entre fusiladas, detenidas, exiliadas y perseguidas por su ideología y desde que presentamos el proyecto, han ido apareciendo más nombres».

También el primer trabajo realizado por la asociación ha recibido aportaciones una vez expuesto en la web. Este primer «proyecto vivo» da cuenta de los cinco campos de detención (Stadium Gal, pabellones de Pequeña Velocidad, Hilaturas ferroviarias y Vinos Arocena y sala de fiestas y Kaiola, más la cárcel de Lapitze) habilitados en Irun entre 1936 y 1942, en los que eran distribuídos los refugiados que regresaban de Francia, tras pasar por la Comisión de Admisión, que informaba sobre su «conducta política».

El último trabajo llevado a cabo por la asociación Kepa Ordoki, 'Deportados del Bidasoa', se expone ahora en la oficina de turismo de Arma Paza de Hondarribia «y queremos traerlo a Irun en enero del año que viene», añade Peli Lekuona. Este proyecto se ha realizado «en memoria de los 90 vecinos de la cuenca del Bidasoa, deportados durante la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, de los cuales 30 fueron asesinados o murieron en distintos campos de concentración y de exterminio o realizando trabajos forzados».

Con nombre y apellidos

Poner nombre y apellidos a los represaliados y, a ser posible, darles la oportunidad de hablar, a ellos o a sus descencientes, ha sido uno de los objetivos de la asociación. Rosi Pérez, Juncal Violet y José de Sola son algunos de los testigos vivos que han colaborado en los trabajos. Ha habido muchos más, pero se ha constatado que, ocho décadas después, persiste el miedo. «Hay quien nos cuenta algún detalle, alguna anécdota y no va más allá», dice Lekuona. «Hay que crear relaciones de confianza y hacerles sentir que son personas muy valiosas para nosotros, que apreciamos lo que nos cuentan, que tenemos una sensibilidad por lo que han vivido y que creemos que merecen una reparación».

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