Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 15 de Noviembre de 2020.
«Mi idea es seguir dando con mis trabajos alegría y color a la ciudad»
ERIC BENGOETXEA MITXELENA ARTISTA 24/7
Tatuajes, caricaturas o mesas de colegio, a Eric no se le resiste nada siempre que pueda hacerlo a su manera
Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Mártir Patricio Clito Ruiz y Picasso fue un niño prodigio destinado a revolucionar el mundo del arte. Cuentan que su primera palabra fue 'lápiz', que con 13 años montó su primera exposición y el resto de la biografía seguro que te la sabes porque Picasso, mejor así que con las 23 palabras de su nombre real, es uno de los pintores más especiales de la historia del arte. Una historia que, sin duda, revolucionó. Solía decir que el arte es una mentira que nos hace darnos cuenta de la realidad. Ahí está Eric, intentando que lo que hace sea una realidad y plasmando la realidad a su forma. A veces con más verdad y otras con más mentira, pero siempre con su arte. Como a Picasso, la inspiración lo encuentra siempre trabajando. Esto sí es una realidad.
–Seguro que te pillo trabajando...
–Yo suelo decir que trabajo 24/7 o no trabajo 24/7. En la vida de un artista autónomo no hay término medio.
–A los artistas poco os gustan los grises, ¿no?
–No quiero ser un artista pedante, pero tengo que denominarme así. Eso sí, dentro del arte hago casi de todo. Ahora, por ejemplo, estoy haciendo mucho tatuaje porque vivir de la ilustración o las caricaturas es muy difícil.
–Los tatuajes también son arte.
–Sí, además los que hago yo son algo especiales. Es un tatuaje surrealista porque a mí lo que me gusta es el arte cubista.
–¿Y de dónde te viene a ti esta pasión por el arte? ¿De cuna como a Picasso?
–De cuna no, pero de siempre sí. Yo recuerdo tatuar a bolígrafo a mis amigos en el colegio. O también, recuerdo dibujar mi mesa con lápiz. Pero la dibujaba entera. Una vez, quienes se encargaban de la limpieza me dejaron una nota que decía «nos ha encantado tu dibujo, pero nos obligan a limpiarlo». Me hizo muchísima ilusión.
–Tu primera exposición pudo ser esa. Supongo que después llegaría estudiar algo relacionado con el arte...
–Soy diseñador gráfico de profesión, pero siempre me he dedicado a la ilustración. Me gusta mucho dibujar y lo que no me gusta nada son las redes sociales, pero hace cosa de un año me animaron a abrirme Instagram y no me puedo quejar. Con lo 'hater' que he sido yo de todo eso, me ha servido para enseñar las cosas que hago.
–Instagram es una buena 'sala de exposiciones'.
–En mi caso sí. A raíz de mis dibujos me llamaron de Ondare Kultur Elkartea para hacer el diseño de la caricatura para el gigante del Bidasoa.
–Espera, aquí hay un secreto muy bien guardado...
–Sí, sí. No voy a decirte quién o quienes son. (Risas) Sí te diré que después de ese trabajo me empezaron a salir más cosas. Me han surgido más oportunidades y hay una que me ha hecho especial ilusión.
–¿Cuál?
–Los txikiteros cubistas del bar Aia. Se han vendido más de la mitad. Estoy muy contento de que hayan gustado tanto. Los dibujos van acompañados de unas historias y de un humor negro que me gusta mucho.
–¿Has inventado tú esas historias?
–(Risas) Suelo decir que algunas historias parecen mentira y otras parecen verdad. Ahí lo dejo. Quién quiera saber más, puede buscar en mi perfil @ericbengart. Y quien quiera consultarme cualquier cosa también.
–¿Y por qué txikiteros cubistas?
–Me identifico mucho con Picasso y Dalí. Diría que son mis referentes. No sé, me divierto mucho más dibujando de esta manera. Con las caricaturas que hago también me expreso mejor así que haciendo un retrato hiperrealista.
–¿Y en qué andas metido ahora? ¿El confinamiento ha sido productivo o has caído en las redes de Netflix?
–Quienes me conocen saben que no te miento si te digo que no tengo tele. De verdad. Yo me he refugiado en el dibujo y en la música, no he necesitado más. La verdad es que ha sido productivo, pero también creo que he pasado algo así como una crisis existencial porque he hecho muchas cosas entorno a la muerte. (Risas) No sé, he sido como un pájaro en una jaula.
–24/7 produciendo entonces...
–Lo intento. Es que este trabajo está lejos de ser un salario fijo. Intento hacer de todo. He hecho portadas de discos, de libros, caricaturas por encargo, tatuajes... ¿Pero sabes cuál me gustaría que fuera mi próximo proyecto?
–Cuenta...
–Me gustaría abrir una tienda, pero no una tienda cualquiera. Un concepto de tienda que aún no he visto por aquí. Me gustaría un salón de tatuaje, tipo atelier y que fuera como una tetería iraní.
–¿Esa inspiración dónde te ha pillado trabajando?
–Seguro que de viaje porque he ido de Irun hasta China dos veces por tierra. He estado tres o cuatro años fuera recorriendo el mundo y me gustaría hacer algo así en Irun. Un lugar al que la gente entrara a mirar, a socializar, porque no todo es comprar. Creo que ahora es más posible y necesario que nunca para no perder esa costumbre de socializar. Me gustaría tener al fondo sitio para tatuar, pero también que fuera un lugar de encuentro y en el que poder exponer algo de arte. No sé, me gustaría seguir llenando de alegría y color la ciudad.
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