sábado, 21 de abril de 2012

"El caserío es mi vida; no tengo ni dinero ni propiedades, pero amo la tierra"

Noticia publicada en Diario de Noticias sección Sociedad , el sábado día 21 de Abril de 2012


SOCIEDAD

"El caserío es mi vida; no tengo ni dinero ni propiedades, pero amo la tierra"

LOS DUEÑOS DE UN BASERRI QUIEREN DESAHUCIAR A UNA FAMILIA QUE LLEVA ALQUILADA DESDE 1907
Dicen que la hondarribiarra Mari Carmen Guruchet no tiene derecho a heredar el alquiler dejado por su padre y su tío
Mari Carmen Guruchet, ayer, en el caserío Saroizigarrenea, delante de su huerta.
Mari Carmen Guruchet, ayer, en el caserío Saroizigarrenea, delante de su huerta. (Foto: ruben plaza)

mari carmen guruchet Inquilina ayuntamiento de hondarribia
DONOSTIA. El cielo está a punto de caerse encima de Mari Carmen Guruchet, de 55 años. El martes, la Audiencia Provincial de Gipuzkoa determinará si debe abandonar el caserío Saroizigarronea, situado en el barrio Arkoll de Hondarribia, junto a su marido e hijos, en el que se encuentra alquilada. Y no se trata de una inquilina cualquiera. Mari Carmen es la tercera generación de la familia que habita en esa vivienda desde que su abuelo suscribiese el contrato de arrendamiento en 1907. Tras el fallecimiento de este en 1968 continuaron con el alquiler del caserío uno de sus hijos y un yerno, José María Guruchet, padre de Mari Carmen.
A la muerte del progenitor de esta hondarribiarra, en 1994, ella sigue como inquilina en el baserri, donde trabaja la huerta, cultiva frutales y mantiene una pequeña cabaña con cabras, ovejas, así como un corral con gallinas, conejos y patos, entre otras aves.
Mari Carmen suponía que estaba acogida a un arrendamiento rústico histórico, aspecto que el propietario del caserío no se cuestionó hasta el año 2000. Ahí comenzaron las desavenencias que la condujeron a un juicio, cuya sentencia conoció en octubre del pasado año. Según el magistrado, en el momento en que falleció su padre "el contrato de arrendamiento debió haberse extinguido" y, además, no podía acogerse a la Ley de arrendamientos rústicos porque "ni era ni es profesional de la agricultura".
Mari Carmen recurrió el fallo y esta dispuesta a defender su modo de vida hasta el final. "Yo vivo de esto. Toda mi vida me he dedicado al caserío. No sé por qué se me hace esto. Me dijeron que estaba ocupando su propiedad ilegalmente. Si no firmaba un contrato de alquiler de un año renovable de palabra, me demandaban. Y así fue. No sé ni por qué, ni cómo ni nada", lamenta esta mujer, quien detalla que el dueño acostumbraba a ir al caserío a cobrar la mensualidad en un ambiente de cordialidad. Sin embargo, cuando comenzó a tener problemas de salud a finales de los 90 se quebró esta costumbre, por lo que cree que fueron sus hijos, y actuales propietarios tras la muerte del dueño el pasado año, los que tomaron las riendas.
INVERSIÓN Mari Carmen recuerda que a lo largo de su vida ha invertido más de 180.000 euros en mejoras realizadas en la vivienda, mientras que los dueños "no han puesto nunca un euro en esta casa". "La he conservado como si fuera mía. A mí, en su momento, me dejaron claro que la tercera generación tenía derecho a continuar con el alquiler y a pagar una renta vitalicia. Quieren que me vaya y vender esto por mucho dinero. Ellos tienen dinero y propiedades, pero no aman la tierra. Yo no tengo ni dinero ni propiedades, pero amo la tierra. El caserío es mi vida", manifiesta esta hondarribiarra, quien no ha dejado de pagar nunca ninguna renta.
Mari Carmen insiste en que vive volcada en su explotación agraria, que abastece de alimentos a la familia. "No gasto nada. Con todo lo que produzco comemos todo el año. Soy una apasionada del caserío. Desde que me levanto hasta que me acuesto no me entero de nada ni de nadie. No me interesa el mundo exterior. Bajo una vez al mes al pueblo para comprar algunas cosas y nada más".
Ante esta situación, sorprenden los argumentos esgrimidos en la demanda de los propietarios, cuyo letrado asegura que Mari Carmen "ha puesto unos plásticos -se trata del invernadero- para simular actividad agrícola. Además, según esta tesis que este diario comprobó ayer que es irreal, "en todo el caserío no se ve ningún animal" y resulta "muy fácil pedir a un vecino o conocido que se los deje para cuando acuda el perito".
Respecto a los frutales, la denuncia sostiene que "sin duda, son los que ya existían cuando el abuelo de la demandada explotaba la tierra", lo cual resulta llamativo dada la escasa envergadura de la mayor parte de los árboles.
Para tratar de demostrar que esta mujer no se dedica profesionalmente a la agricultura, la acusación recurre nuevamente a sus antepasados, de manera que conjetura que la maquinaria agrícola de su abuelo "puede seguir en el lugar".
El texto alude, asimismo, a una piscina construida por Mari Carmen, que, pasado el tiempo, se convirtió en un estanque de patos, clausurado en 2005 por la gripe aviar.
Por todo ello, el abogado concluye que el caserío es "un auténtico chalet, del que llevan disfrutando años, de forma gratuita". En este aspecto hay que matizar que, una vez iniciadas las desavenencias en el año 2000, el arrendador se negó a cobrar las rentas, pese a lo que Mari Carmen ha continuado pagándolas en una cuenta corriente abierta para ese fin.
AYUNTAMIENTO Ante esta laberíntica situación, el Ayuntamiento de Hondarribia aprobó ayer una declaración, con el acuerdo de todos los partidos, en la que subrayaron que "podría haberse hecho, y se puede hacer, un esfuerzo complementario para que las partes litigantes hubieran llegado a un acuerdo". "Existe un aspecto social del problema, la finalidad del cuidado de la tierra y del monte por el que la cultiva y la habita, con un beneficio objetivo para toda Hondarribia. Este desahucio pudiera acarrear la pérdida de la explotación agraria, cuidado de la tierra y del propio caserío, y, además, la pérdida del sustento económico de la familia. Todo ello patrimonio intrínseco de Hondarribia", señala el texto.
Mari Carmen recuerda que los propietarios de su baserri tienen otros cuatro en las proximidades de Saroizigarrenea. Se trata de Maikiñena, Mixerebe, Bekoborda y Kostonea. En todos ellos, los dueños litigaron con los inquilinos hasta desalojarlos de los caseríos. Todos ellos se encuentran vacíos y sin actividad desde hace años
.

No hay comentarios: