«Ojalá más gente se anime a participar en la Navigium Isidis», Marisol Muñoz
Hondarribitarra de nacimiento e irundarra de adopción, es una de las principales impulsoras de la Navigium Isidis
- YLENIA BENITO BIDASOANDV@GMAIL.COM
Lucio Apuleyo, uno de los escritores romanos más importantes, escribió 'El asno de oro' en el siglo II. Entre las muchas aventuras de Lucio, el protagonista, encontramos una muy especial en la que aparece la diosa Isis. La Navigium Isidis. Una antigua fiesta religiosa romana que daba inicio a la temporada de navegación. Para ello, se formaba una procesión compuesta por diferentes personajes. Marisol Muñoz es profesora en Dunboa, pero un día al año se transforma en uno de esos personajes. Y es que desde hace siete años, gracias al trabajo de gente como ella, en Irun también celebramos la Navigium Isidis.
-Deberíamos hacer la entrevista en latín...
-¡Yo no me atrevo! ¿Tú sí?
-Tampoco, pero vamos a hablar de nuestro pasado romano.
-Una ocasión perfecta con el Dies Oiassonis y la Navigium Isidis tan cerca.
-Lo que tiene cerca es la antigua Oiasso, ¿verdad?
-Creo que sí. Nací en Hondarribia, pero con quince años vine a vivir a Irun y desde que me casé, hace ya treinta años, vivo en el barrio de Santiago. Así que desde mi casa he visto mucho...
-Cuenta, cuenta...
-Pues he visto las excavaciones de la calle Santiago. Seguí este tema con mucho interés. A mi marido y a mí siempre nos ha gustado mucho el mundo romano, así que era ilusionante.
-¿Qué recuerda de los primeros hallazgos en Irun?
-Recuerdo escuchar que habían encontrado algún documento, comentarios de cómo iban descubriendo la antigua Oiasso, sabíamos también que había excavaciones en la calle Murguía... Poco a poco nos íbamos enterando de lo que pasaba.
-Entonces nace el Museo Oiasso.
-Diez años han pasado ya, ¡qué rápido!
-¿Surge entonces su colaboración con el museo?
-No tan rápido. Mi marido y yo vamos mucho a Astorga, un pueblo de León. Allí tienen una fiesta romana muy importante con más de treinta años de vida. Nos daba mucha envidia cómo la gente se vestía de romanos y hacían recreaciones. Pensábamos '¿por qué no podemos hacer algo así en Irun?', pero no sabíamos cómo.
-¿Quién encontró la fórmula?
-La fórmula tardó un poco en llegar... Por aquel entonces, mi marido y yo éramos parte de la Asociación de Vecinos de Santiago y, por eso, nos llamaron para ser parte del jurado popular de la primera edición del FICAB.
-El Festival Internacional de Cine Arqueológico del Bidasoa.
-Eso es. Nosotros aceptamos encantados, claro. Uno de los días en los que nos reunimos para evaluar las películas, comentamos en el museo la posibilidad de hacer una fiesta como la de Astorga.
-Lo que no sabían era que al museo ya le rondaba esta idea, ¿no?
-Nos dijeron que ellas también estaban pensando en hacer algo parecido, pero la inspiración venía de otra ciudad, de Tarraco.
-Se alinearon los astros.
-Quedamos en 'alguna vez lo haremos'. Al cabo de dos años recibí una llamada del museo. Y aquí es donde comienza la aventura de la Navigium Isidis.
-¡Manos a la obra!
-¡Y tanto! En el museo tenían la idea de organizar un festival, el Dies Oiassonis, y Mertxe Urteaga nos propuso introducir una representación de la Navigium Isidis.
-¿Por dónde empezaron?
-Pues Mertxe, que es una fenómena, buscó en los textos antiguos cómo era esa procesión. En un libro de Apuleyo aparece una muy buena descripción del acto y de todos los personajes que participaban. Teníamos la base, pero faltaba lo más difícil, llevarlo a la práctica.
-Apuleyo dice que 'la elección de los trajes adoptados por cada cual en virtud de diferentes votos, producía una variedad encantadora'.
-¡Los trajes! ¡Cuánto trabajamos para conseguirlos! Empezamos por los de la mascarada. Son romanos disfrazados, así que confeccionamos trajes, como dice Mertxe, 'de Hollywood'. Para los trajes de los personajes del pueblo tuvimos algo de suerte...
-¿Suerte o la protección de la diosa Isis?
-¡Quién sabe! Lo cierto es que mi marido y yo conseguimos gratis un montón de rollos de tela blanca. Los teñimos para lograr diferentes colores y así hacer los trajes más sencillos. No nos costaron dinero, pero sí mucho esfuerzo.
-¿Quién fue la costurera?
-Todos. Yo creo que han cosido trajes para la Navigium en todos los barrios de Irun. Yo no sé coser y cosí muchos trajes. Pedimos ayuda a todo el mundo y mucha gente nos ayudó. Sin toda esa implicación, no lo hubieramos conseguido.
-¿Y el hombre vestido de mujer? ¿A quién le ha robado el atuendo?
-¡A mí! Ese vestido es mío. Ese no hubo que coserlo.
-Tenemos los trajes, ¿y los personajes?
-Esa fue otra tarea importante, sí. Queríamos ser lo más fieles posibles a la historia, así que buscamos a gente que tuviera algún parecido con los personajes. Por ejemplo, los sacerdotes eran calvos y nos dedicamos a parar a gente con poco pelo por la calle para pedirle que participara. Fue muy divertido.
-Y así, llega la primera edición del Dies Oiassonis.
-La idea era, en esa primera edición, que estuvieramos vestidos alrededor de los puestos del mercado instalado en la terraza del museo. Además, para que la gente se animase a participar, organizamos una pequeña comida. Montamos un campamento y ahí preparamos un asado.
-¿El primer año no hubo ofrenda a la diosa Isis?
-No, eso fue después. El segundo año nos propusimos hacerlo aún mejor, ser más rigurosos. Ahí es cuando organizamos la procesión. Y desde entonces no hemos parado de crecer y mejorar. Hemos introducido nuevos personajes y la colaboración de Mertxe Tranche y Ana Pérez también nos ha servido de mucho.
-Comenzaron siendo cien y el año pasado fueron 250...
-Sí, cada vez somos más. Pero queremos que se anime más gente, no a mirar, sino a participar. Es una forma de cuidar e impulsar nuestra historia. Cuando viajamos siempre visitamos vestigios y nos olvidamos de lo que tenemos aquí. Al museo le doy un diez organizando, se merece que más irundarras se impliquen en la difusión de nuestro pasado.
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