Zaisa cierra un ciclo de 25 años para encarar una nueva transformación en la ciudad
La sociedad ha adquirido las acciones de los privados para convertirse en totalmente pública
Toda vez que Gobierno Vasco, Diputación Foral y Ayuntamiento son los únicos socios, puede ser la herramienta para el desarrollo del espacio ferroviario
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
La desaparición de la aduanas empezaba a ser algo más que rumor en los años 80. La pretendida integración de España en la Unión Europea trazaba el camino hacia la libre circulación de personas y mercancías, es decir, la práctica desaparición de las fronteras internas y, por tanto, de un sector aduanero que era el principal motor económico en Irun. Para impulsar la reconversión empresarial que necesitaría la ciudad, se constituyó en 1983 Zaisa, una empresa con un 92% de capital público (Gobierno Vasco, Diputación Foral y Ayuntamiento de Irun) y un 8% de socios privados (Kutxa, Colegio de Agentes de Aduanas de Irun, Cámara de Gipuzkoa, Guitrans, Caja Laboral, Aldeasa, Bankoa y Banco Guipuzcoano, ahora Banco Sabadell).
Era difícil definir entonces cuál sería el mejor camino, así que sus estatutos dibujaban un margen amplio: «la promoción, creación, realización y explotación de un centro plataforma o terminal de transporte, almacenamiento y logística, por carretera, ferrocarril, aéreo, naval e intermodal, en diversas y sucesivas fases, incluso la promoción y creación en su caso de un área internacional de transporte de las citadas características». Se contemplaba «la adquisición y venta de suelo, urbanización, construcción, gestión y explotación de servicios relacionados...» y muchas otras posibles acciones más.
Fue ocho años después, en 1991, cuando, anticipándose en dos ejercicios a la llegada del mercado único, Zaisa inició su actividad. Un año antes la sociedad adquirió 14 hectáreas de terreno en los que empezó el desarrollo del polígono logístico Zaisa I. Seis años después, llegó la ampliación, Zaisa II, con 6 hectáreas más. Entre ambas fases, sumaron 39 millones de euros de inversión (18 de fondos públicos, 21 de privados) y llegaría aún una tercera para la que Zaisa aportó 7,5 millones y las empresas, otros 27,5 millones.
En estos 25 años, Zaisa ha desarrollado un polo de actividad económica para transporte y logística de 410.000 metros cuadrados en los que hay 140 empresas que dan empleo a 1.700 personas y gestionan el movimiento de tres millones de toneladas al año. La facturación conjunta en el polígono roza los 300 millones anuales.
Una sociedad con superávit
A la vista de esas cifras, el alcalde, José Antonio Santano, valora que Zaisa ha cumplido con el objetivo que tenía en el momento de su fundación. «En buena parte de la trayectoria de Zaisa, yo he sido mero espectador, pero creo que hay que reconocer la visión estratégica de quienes pensaron en esta herramienta en los años 80. Una decisión buena, con mucha previsión y un mérito enorme», destaca.
Pero Zaisa puede presumir de algo más que de rentabilidad social. Tras una inversión de unos 26 millones públicos (que atrajeron cerca de otros 48 privados), 25 años después Zaisa prácticamente ha duplicado el capital social de 15 millones de euros con el que nació. «Eso ha ocurrido porque la gestión ha sido buena y estamos ante una entidad que genera beneficios cada año. Hay pocos ejemplos de sociedades de este tipo que tengan una rentabilidad social y económica como la que ha tenido Zaisa». En esto, Santano no quiso obviar que «la clave ha estado en la colaboración público privada, porque los socios privados han ido más allá de aportar visión y opinión, ha habido personas que se han volcado con este proyecto». Otro aspecto clave que destaca el alcalde es el propio equipo de la sociedad, «una estructura pequeña y profesionalmente muy buena». Así, Zaisa lleva muchos años generando superávit; en el último ejercicio, «557.000 euros antes de impuestos».
Para que la sociedad pueda presumir de números han tenido que ocurrir dos cosas: que el dinero invertido en el desarrollo de los polígonos transportistas se haya recuperado en las posteriores ventas de parcelas y que el patrimonio propio se esté arrendando en su práctica totalidad (6.500 metros cuadrados en oficinas, incluida la torre que sólo tiene libres dos plantas; 3.000 m2 de pabellón; una parcela para hotel; otra para gasolinera) o gestionando con rentabilidad (el parking subterráneo para coches o los aparcamientos para camiones de Zaisa I y Zaisa III).
Lanzar el espacio ferroviario
El polígono transportista ya no irá más allá. No hay previstas más fases. «Tenemos una sociedad que nació para darle futuro a la ciudad en un momento muy complicado. Puso dinero y lo ha recuperado y genera lo bastante para sufragar sus propios costes y generar beneficios. Creemos que es hora de transformarla en una nueva herramienta para impulsar de nuevo el futuro de Irun a medio plazo», opina Santano.
Es una manera de decir que Zaisa ha cerrado un ciclo y va a iniciar otro. Ya ha apuntado más de una vez el alcalde que ve en esta sociedad la piedra de base para lanzar el proyecto de regeneración del espacio ferroviario «y ya hemos hablado de esto en Juntas de Portavoces y en el Consejo de Administración de Zaisa». Pero para ello, debía ser totalmente pública. «Iniciamos el proceso hace tres años y ha sido lento, pero hemos terminado. La propia sociedad ha ido comprando las acciones de sus socios privados y ahora sólo estamos Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco y Ayuntamiento de Irun», tres instituciones firmantes, además, del Protocolo Ferroviario.
Esa 'publificación', ya efectiva, es sólo uno de los dos pasos que Zaisa debe dar para poder ser el gestor de la transformación del espacio ferroviario. «Tenemos también que modificar los estatutos para que le permitan afrontar operaciones de regeneración urbana». Santano advierte que los servicios jurídicos de Zaisa ya están en ello, pero pone el horizonte hacia final de año porque «queremos consensuarlo con los grupos políticos del Ayuntamiento y con los otros dos socios que hay en Zaisa».
Su empeño en vincular a esta sociedad con el proyecto del espacio ferroviario «no es sólo por la cuestión económica. Eso es importantísimo, porque nos permitiría arrancar con adquisiciones como la de la antigua Aduana, por ejemplo». Pero también lo es la capacidad del equipo gestor, su experiencia. Con la suma de todo, «tenemos una sociedad creada aquí, que genera dinero aquí y que puede ser el punto de apoyo en una operación que es enorme, pero hasta las mayores empiezan con un primer paso y con Zaisa tenemos la oportunidad de darlo y aportar credibilidad al proyecto. Podemos echar a andar».
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