Un mes de CBA en Irun
Hoy se cumple un mes desde que el nuevo espacio cultural Carlos Blanco Aguinaga abriera sus puertas. Los usuarios valoran de forma positiva una infraestructura que aún tiene mucho recorrido.
UN REPORTAJE DE XABIER SAGARZAZU - Jueves, 5 de Noviembre de 2015 - Actualizado a las 06:13h
Hace algo más de dos años, fallecía, en los Estados Unidos, el catedrático, escritor e hispanista Carlos Blanco Aguinaga, que fue uno de los muchos niños que salió exiliado de Irun por la Guerra Civil y acabó desarrollando su vida entre México y los Estados Unidos.
Pocos días después de su fallecimiento, el Ayuntamiento de Irun anunciaba que iba a poner su nombre al espacio cultural y biblioteca cuyas obras iban a arrancar pocos meses después, en marzo de 2014, en el subsuelo de la emblemática plaza San Juan, en la planta menos uno del complejo que abarca también un aparcamiento subterráneo.
Dos años después, hoy hace justo un mes, el espacio cultural Carlos Blanco Aguinaga abría sus puertas, exactamente el pasado 5 de octubre, tras un fin de semana previo de puertas abiertas a la ciudadanía, que pudo conocer de cerca el resultado de estas obras, en las que se ha actuado sobre un espacio de más de 2.500 metros cuadrados con un presupuesto de 2,35 millones de euros. Abreviando su denominación, el propio Consistorio ya usa el término CBA, que parecen haber adoptado los irundarras también.
Este espacio alberga la nueva biblioteca (con su espacio infantil, la aulas de estudio, la hemeroteca y la sala de préstamo, debidamente organizados y separados, dentro de un conjunto diáfano), un nuevo KZGunea y varias salas de uso polivalente.
EN RODAJE El director de la biblioteca, Iñaki Ceberio, señala que “ha pasado ya la locura de los primeros días, con el CBA casi desbordado de gente” y se respira “una calma relativa”, ya que “tanto la instalación como los propios usuarios y los trabajadores” están “en rodaje”.
“Los trabajadores se están teniendo que adaptar a un espacio que se queda grande para el número que son y al mismo tiempo, según el uso que la gente va dando a los espacios, se están haciendo adaptaciones o incorporando el mobiliario que no estaba el primer día, como por ejemplo, más mesas en la sala de estudio, aunque esta, de inicio, superaba ampliamente la capacidad de Ikust-Alaia”, explica Ceberio.
SATISFACCIÓN Dentro de la propia biblioteca, sus usuarios se muestran satisfechos con este nuevo equipamiento cultural irunés.
Nerea Miguelena es una joven de 28 años que prepara desde hace meses las ya inminentes oposiciones de Osakidetza.
“Solía ir a la vieja biblioteca de Ikust-Alaia casi a diario y ahora, cómo no, vengo al CB A. En mi opinión, al menos en cuanto al espacio disponible para el estudio, andamos un poco justos. Será también que hay mucha gente que está como yo, preparando oposiciones” , afirma esta joven.
Por lo demás, esta joven cree también que “el horario podría ser algo más amplio, aunque sí ha mejorado sobre el de Ikust-Alaia” y en cuanto al espacio en sí, cree que “la nueva biblioteca ha quedado muy bien, ya que es muy amplia y está bien distribuida”.
Nerea Miguelena se cuenta, como muchos irundarras, entre aquellos que creían “que estando bajo el suelo de San Juan, el CBA iba a tener mucha menos luz natural de la que ha resultado tener”, y afirma que ha sido para ella, como “para muchos, una grata sorpresa”.
Dice esta joven que “una de las diferencias con la vieja biblioteca de Ikust-Alaia es que allí, uno tenía que ir, y hasta el CBA, se llega de forma más natural, al estar emplazado en San Juan y con una mayor accesibilidad”.
INVITA A ESTAR Entre quienes han descubierto ahora la nueva biblioteca como “lugar al que se llega, en vez de ir”, está Juan José Bionda, un jubilado de 69 años que vive en la calle República Argentina.
“No tenía problemas en ir a Ikust-Alaia en cuanto a la accesibilidad o las cuestas, pero sí es verdad que vengo al CBA y me resulta un espacio que invita a estar, a sentarse en alguno de los sillones ubicados en todo el contorno que rodea el patio exterior”, reconoce Bionda, que era de los que “no era socio de l a biblioteca hasta hace un mes”.
Este jubilado no tiene aún el carnet en sus manos pero viene al CBA “un par de horas cada mañana, primero a leer los periódicos en la hemeroteca y luego, a leer algún libro sentado en un cómodo sillón”.
“El silencio que aquí hay me invita a leer tranquilamente, mientras que en casa, donde también tengo mis libros, siempre hay otras distracciones y el ambiente en diferente”, confesaba Juan José Bionda.
Ahora que tiene más tiempo para ir a la biblioteca y leer, este irundarra no duda en “recomendar” a sus amistades que se den una vuelta por el CBA y se animen, como él, a utilizar las posibilidades que ofrece este espacio cultural y a leer. “Aún no he convencido a ninguno, pero apuesto a que si vienen, acabarán quedándose y viniendo como estoy haciendo yo”, augura Juan José Bionda.
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