domingo, 12 de diciembre de 2021

«Hemos llorado mucho. Es la cuarta inundación que sufrimos»

Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 12 de Diciembre de 2021.

«Hemos llorado mucho. Es la cuarta inundación que sufrimos»

El barrio de Behobia trata de sacudirse de la pesadilla de la riada. «Tienen que hacer algo para que no vuelva a ocurrir», claman

Empleadas de Vena Peio limpian el barro acumulado en el local./ FOTOS F.DE LA HERA

 

MARI JOSE ATIENZA Irun.

La mayoría ha vivido ya tres inundaciones. Los más veteranos recuerdan hasta un total de cuatro. «Yo diría que la media es de una cada diez años», calculaba por pura experiencia Alfonso Bravo, comerciante de Behobia, 35 años al frente de Souvenirs Mary. Ayer sacó una decena de maletas mojadas y embarradas al aire fresco de la mañana, ante la puerta de su tienda. «Mira cómo están. Esto no vale para nada. No es recuperable. Está todo perdido. Y si sólo fuera esto... Tenemos los equipos electrónicos, los ordenadores, la impresora..., todo estropeado, porque el agua cogió una altura considerable», se lamentaba.

Antes de pasar al inventario del material y de los productos irrecuperables, la limpieza es lo primero. El personal del supermercado Venta Peio, uniformado como si fuera un ejército, fregaba sin pausa el suelo del local. «Pusimos tablas en las puertas pero no sirvió de nada. Todavía no hemos calculado lo que hemos perdido, decía Edurne Álvarez. «Es una pena. Soy de Behobia, llevo cuatro inundaciones y ya no aguanto una más. Ayer lloramos mucho. Tienen que hacer algo para que esto no se vuelva a repetir».

Una vez achicada el agua, hay que lavar todo y ponerlo a secar.

Este barrio irunés, levantado en zona inundable, despertó ayer sacudiéndose la pesadilla de la borrasca Barra. Todas sus calles quedaron limpias y transitables ya desde la noche del viernes, pero en comercios, bares, viviendas y garajes inundados quedaba mucho trabajo por hacer. La actividad, sobre todo con cepillos, escobones y fregonas en mano, fue frenética desde primera hora de la mañana. La víspera, el caudal del Bidasoa había circulado con fuerza y barro por el complejo comercial y el sistema de pluviales había colapsado, haciendo brotar el agua por los sumideros.

«Las compuertas de contención han funcionado y han evitado males mayores»

No olía a humedad, pese a todo, a la entrada del bar Waumna's. «Es que llevamos sacando agua y limpiando desde ayer, sin parar», comentaba Jone Hernández, empleada del establecimiento. «Estamos venga a fregar y fregar, sobre todo por el lodo, que se mete por todas partes. Estaban llenos de barro hasta los armarios. Pero bueno, limpiar sólo son horas de trabajo. Lo peor es lo que hemos perdido, sobre todo la cámara frigorífica grande, que no funciona».

Farmacia de guardia

Tras las jornadas de tensión vividas, la guardia del día de ayer correspondía a la farmacia de la calle María Juncal Labandibar, uno de los viales del corazón de Behobia. Al pie del cañón estaba la farmacéutica María Collado Berroa. «Ayer teníamos dudas, tal y como estaba el barrio, pero nos lo propusimos, hemos podido abrir y aquí estaremos hasta las diez de la noche para lo que haga falta», comentaba María. «Mi madre pasó una inundación peor en 2009, así que algo de experiencia hay. El jueves colocamos protecciones en la puerta y en el portal y subimos todo lo que podía estropearse. Aun así, el agua entró y hemos perdido algo de material. Ahora toca hacer inventario para los seguros».

«Espero que el Consorcio de Seguros se porte bien, que actúen rápido y no se olviden de nosotros»

A unos pasos de la farmacia, el presidente de la Asociación de Vecinos de Behobia, Paco Martínez, colaboraba con los voluntarios de Protección Civil en la limpieza de un garaje, en el que aún se estaba achicando agua. «Aquí seguimos, aunque hoy, segundo día de la debacle, el tema está más o menos solucionado», decía. «Ahora estamos mirando a ver cómo terminamos de limpiar todo».

Martínez agradecía «los avisos que nos llegaron, por parte de la Policía Local. Gracias a las previsiones, se han podido evitar males mayores», aseguraba. «También tenemos que dar las gracias por su implicación al trabajo de los Bomberos, la Guardia Municipal, Protección Civil, Ayuntamiento y a los propios vecinos del barrio por toda la ayuda moral y física que han prestado para que este desastre se haya podido solucionar, al menos en lo que son las inundaciones, en un solo día».

Martínez recordaba la riada de 2009, que anegó el barrio, como la peor que se recuerda. «De todo aquello, aprendimos y hemos podido tomar una serie de medidas, como es la colocación de las compuertas, que han funcionado extraordinariamente bien, aunque ahora tenemos también el problema de los sumideros».

Vecinos y efectivos de Protección Civil en un garaje.

Las compuertas a las que hacía referencia Paco Martínez, son 19 barreras de contención ya colocadas en otras situaciones de alerta en puntos por los que se prevé que circule el agua en caso de desbordamiento, pero que pasaron su prueba de fuego el viernes y «evitaron, realmente, males mayores», añadía Emilio San Juan, responsable de Protección Civil, cuyo equipo permaneció en Behobia toda la jornada del viernes, hasta bien entrada la madrugada y ayer por la mañana estaba de nuevo prestando servicio.

Mikel de las Heras, del establecimiento Alazne, próximo a la N-1, sugería alguna mejora. «En esta zona, estamos como en una vaguada. He visto arreglar la carretera varias veces, pero como no puede estar cortada mucho tiempo, en lugar de picarla van echando capa sobre capa, está más elevada que las tiendas y cuando llueve mucho, se nos viene el agua encima».

Su vecino en el área comercial, Alex Omatos, seguía sacando agua y barro del porche de la tienda Aries para acabar con la limpieza y empezar «a hacer el conteo de todo lo perdido. Espero que el Consorcio de seguros se porte bien y que nos apoyen desde la administración. En 2009, nos compensaron con rapidez».

Lo mismo reclamaba Esperanza, una de las vecinas de Behobia a las que se le inundó la casa. «Estoy muy preocupada. Se está levantando el suelo y no sé cuándo se va a empezar a secar todo, porque tengo estropeada la caldera».

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