La continuidad de la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos «está en peligro»
La pandemia ha anulado las giras europeas y conciertos de sus docentes y alumnos, que generan la mayor parte de los ingresos del centro
Taupadak ha hecho balance de 2020 y, como casi todos los resúmenes del año, resulta desalentador por los efectos de la Covid-19. La continuidad del proyecto que mayor visibilidad ha dado a esta ONG irundarra desde 2003, la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos, está en peligro.
En este centro, que reivindica la identidad y la memoria del pueblo indígena moxeño, a través de la preservación de sus principales señas culturales, se forman buenos profesionales de la música sin distinción de sexo, origen étnico o clase social. La mayor parte de sus alumnos son indígenas moxeños de escasos recursos económicos y toda la formación, que incluye un costoso equipamiento, es gratuita.
La Escuela de Música se sostiene, en buena medida, por los ingresos que generan las periódicas giras europeas de su elenco principal, el Ensamble Moxos, integrado por los docentes y alumnos destacados de la institución. Los profesores son, en su totalidad, jóvenes del pueblo que se formaron en la propia escuela.
«La última gira europea se realizó en 2018 y estaba prevista la siguiente para 2021, calculando lo que podían durar los ahorros de la anterior», explica Toño Puerta, responsable de los proyectos de Taupadak en Bolivia. «Pero ya hace meses que hubo que suspenderla. Se había empezado a organizar, tenía incluso ya algunas fechas programadas, pero la evolución de la pandemia tanto en Europa como en Bolivia truncó los planes. Y los ahorros de la Escuela de Música se acaban. Pero lo peor es que, a día de hoy, también parece poco probable que la gira pueda realizarse en 2022».
La continuidad de este proyecto social y cultural que contribuye al desarrollo humano de Moxos «está en peligro, por lo menos en las condiciones en las que lo hemos conocido. En 2020, el Ensamble no ha ofrecido ni un sólo concierto de pago, ni ha vendido un sólo disco. A la escuela de música le espera la misma travesía por el desierto en 2021 y mucho nos tememos que la crisis se prolongará», añade Toño Puerta, preocupado por el futuro del proyecto más querido por la ONG irundarra y, sin duda, por la comarca del Bidasoa.
Efectos graves
Al margen de la Escuela de Música, los efectos de la Covid-19 en San Ignacio han sido devastadores. Desde finales de marzo del pasado año, Taupadak emprendió una campaña de recolección de fondos para paliar los efectos del hambre que provocó la cuarentena rígida decretada por el Gobierno. «En Bolivia, la mayor parte de las familias vive al día, en sentido literal», explica Toño Puerta. «Si la cocinera no vende empanadas, si el albañil no pone ladrillos o si el transportista no puede mover su vehículo, ninguno de ellos ingresa su salario diario. Ninguno tiene seguridad social, ni hay ERTEs. No hay con qué llenar la despensa y eso un día detrás de otro».
Para paliar esta situación, Taupadak donó más de 25 toneladas de alimentos no perecederos, que se distribuyeron entre las familias más necesitadas. Los Ayuntamientos de Irun y Hondarribia colaboraron con la campaña, pero los ingresos principales provinieron de los amigos de Taupadak, que respondieron a través de las redes sociales. La ONG recibió donaciones de particulares desde varios países europeos, a través de las amistades que el Ensamble Moxos se ha granjeado en sus giras internacionales.
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