Treinta años de Rock&Roll
Bloody Mary. Con motivo del aniversario de la mítica tienda de discos irundarra, Joseba Irazoki eta Lagunak y Pelo Mono actúan este sábado en el Amaia (18.00)
La Europa sin fronteras iba a transformar Irun y a terminar con aquella economía local apoyada en la próspera actividad aduanera. A la vista de la situación, Juancar García, entonces un apasionado de la música que trabajaba en la Aduana, decidió unir su futuro laboral a su afición favorita. A finales de octubre de 1990, en un local de Cipriano Larrañaga, se abrió Bloody Mary, una tienda de discos que se ha convertido en un icono. Su 30 aniversario, que ha inspirado sendas obras de los artistas Detritus y Roskow, ha sido también la oportunidad para que clientes, músicos y otros profesionales del sector les hayan hecho constar su cariño y agradecimiento.
«Al abrir, la tienda la llevó Idoia, mi mujer, y cuando cerraron la Aduana me incorporé yo», recuerda Juancar García. «Siempre ha sido un proyecto familiar», reivindica, porque aunque sus hijos llevgan otros derroteros profesionales, también han participado y participan del negocio/pasión que es Bloody Mary.
Qué no habrá visto esta familia en las tres décadas que lleva en marcha el proyecto. Duros comienzos, momentos de bonanza, crisis generales y sectoriales, piratería, internet, Spotify... «Ahora estamos ante un nuevo boom del vinilo», afirma Juancar. Quizá no haya quedado del todo claro, pero 'tienda de discos' hay que diferenciarlo en este caso de 'tienda de CDs'. «Algún CD tenemos porque artistas que nos gustan y con los que tenemos relación no editan en vinilo, pero son excepciones». Bloody Mary vende vinilos y vende «bien. Hay demanda y se están haciendo ediciones muy cuidadas. También muchas reediciones de discos que en su día salieron de cualquier manera y ahora da gusto verlos». Venden en su tienda y, sobre todo, por internet, un modelo que exploraron con éxito antes de que existiera la red de redes, enviando catálogos impresos, cogiendo pedidos por teléfono y distribuyendo por toda España. «Siempre he dicho que el secreto de esto es estar vivo, ofrecer cosas, no dejar de moverte. No puedes estar esperando a que venga la gente a comprar».
Cosa de familia
«Con el confinamiento, en la primera semana, todo se paró de golpe. Pero luego, igual porque no había conciertos (y aún hay pocos) o porque estamos más tiempo en casa, ha habido un repunte enorme», valora Marcos García, hijo de Juancar, que gestiona parte de bloodymary.biz y las redes sociales. «Hemos hecho mucho ruido estos meses y la gente ha respondido. Hasta estamos viendo clientes nuevos en la tienda, gente joven».
Aunque Marcos ha orientado su formación y su actividad profesional al cine, no es capaz de soltarse de Bloody Mary. El rock&roll corre por sus venas, como por las de su hermana Berta. «Nunca hicimos nada por imponerles ni nuestra pasión ni nuestros gustos musicales», afirma el padre. «Pero en casa siempre se ha escuchado música, siempre nos ha interesado conocer grupos nuevos y saber lo que se está moviendo», dice el hijo. «Cuando hay que cerrar los grupos para una gira o un concierto», porque Bloody Mary además de tienda es promotora, «lo llevo a casa y lo hablamos entre todos. Confío en Idoia y mis hijos, tres expertos con mucho criterio». Juancar confiesa que agradece contar «con dos jóvenes con conocimiento y gusto que me recomiendan grupos y me cuentan cosas que pasan entre generaciones más jóvenes. Porque, por mucha energía e interés que yo tenga, la realidad es que tengo una edad». Mientras lo dice, está poniendo a sonar el LP de Teho Teardo & Blixa Bargeld, ejemplo de esa música transmitida de hijos a padres, «como Sleaford Mods o The Limiñanas».
En la vertiente de organización de conciertos «lo tenemos todo parado», comenta Marcos. «Hicimos el de aniversario en Andoain y ahora éste de Irun, el broche final, que queríamos hacer antes pero ha sido imposible». Bastante que ha salido porque «no está fácil. Y eso que está demostrado que la cultura es segura, que no está habiendo contagios en auditorios ni cines gracias a que se están aplicando medidas muy rigurosas», apunta Juancar. Su horizonte para programar conciertos está «en noviembre, si hay suerte. Y pensando en hacerlo con limitaciones como las de ahora», como las de este sábado en el Amaia.
«Estamos muy contentos con este concierto. Joseba Irazoki, al que conocemos desde hace tiempo, está en un gran momento y su directo es brutal», señala Juancar. «Pelo Mono es la banda de Perico, el guitarrista de Guadalupe Plata. Es instrumental, salen enmascarados y montan un espectáculo que es una pasada. Tienen muy buena relación con Joseba Irazoki, así que no descartamos que pueda pasar algo...».
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