Los cines Mendibil de Irun se suman a los de Urbil y cierran de forma temporal
Las seis salas de cine que operan en el centro comercial Mendibil de Irun han optado por el cierre temporal debido a la escasa afluencia de espectadores provocada por la pandemia. El gerente de las salas, Javier González, confirmó a este periódico que los cines iruneses dejarán de funcionar «durante uno o dos meses» dado el «desolador panorama» que presenta el sector. Las salas de la localidad fronteriza se suman de esa forma a las del centro comercial Urbil de Usurbil, que han decidido parar al menos hasta el 28 de febrero.
El sector de la exhibición cinematográfica está de capa caída. La pandemia ha provocado una suerte de tormenta perfecta que amenaza con dejar a buena parte de los cines en la cuneta. La suma de limitaciones de aforo, restricciones para el consumo de bebidas y palomitas y ausencia de una cartelera atractiva como consecuencia del retraso de los estrenos ha disminuido la afluencia de espectadores de forma drástica. «Las perspectivas son desoladoras», insistió ayer el gerente de los cines Mendibil. «Si a las limitaciones para el consumo de bebidas o palomitas le añades que todos los estrenos capaces de atraer al público se están retrasando continuamente te encuentras con un panorama negrísimo. Hemos buscado formas para aguantar cerrando lunes y martes y manteniendo abiertas las salas el resto de la semana, pero en las circunstancias actuales no compensa. El año pasado ya tuvimos que cerrar en noviembre, ahora me imagino que volveremos a estar uno o dos meses sin actividad».
Las cifras de recaudación de las salas de cine el pasado año hablan de la magnitud del impacto de la pandemia en el sector. Los espectadores que acudieron a cines vascos se redujeron un 66% con respecto a 2019 y la recaudación cayó de los 28,4 millones de euros a 9,6 millones. Buena parte de esa debacle tiene su origen en la ausencia de estrenos. Las productoras retrasan la llegada a la pantalla grande de sus propuestas más atractivas con el fin de que las limitaciones de aforo no afecten a las recaudaciones. Un bucle sin salida desde hace un año que se está revelando letal para el sector.
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