En torno al servicio de autobús urbano ha nacido una nueva tragicomedia de la política local que, de momento, ha servido para que todos reconozcan que el sistema actual no funciona. El alcalde admitió que «no da buen servicio» y la delegada de Movilidad que en el último recuento, de 2010, los usuarios habían caído un 7,6% desde 2008. Aquel año, el Gobierno aplicó varios cambios, como cubrir Meaka-Ibarla o alargar la Línea 2. En ambos da marcha atrás ahora. Como en esto no hay fórmulas exactas sobre qué va a funcionar y qué no, se admite el ensayo-error y se valora la rectificación temprana. Pero no deja de ser una rectificación.
Todos los actores de este 'show del autobús' aluden a la importancia trascendental del asunto, pero parece poco más que una coletilla. Si realmente hay mucho en juego, incluso unos cuantos euros que restar al gasto de un presupuesto municipal que va a nacer apretadísimo, quizá el Gobierno no debió conformarse con la ausencia de quejas de la oposición, con el «no parecía que hubiera problemas», y debió atar previamente la conformidad mayoritaria en un asunto, citando de nuevo a Santano, «de enorme importancia».
Por la misma razón, los grupos de oposición debieron actuar con responsabilidad y adelantar al Gobierno que no iban a apoyar la reforma y por qué. Sin embargo, no lo hicieron y el miércoles se montó, de manera pública y con trascendencia mediática, este 'show del autobús', que, al margen del resto de valoraciones, lanza un mensaje claro al PSE y al alcalde Santano: «Estáis en minoría». No es con un tema cualquiera ni en un momento cualquiera, cerca del Pleno en el que se debatirán los presupuestos. Con más y mejores argumentos en contra que los escuchados el miércoles, hemos visto a PNV y PP, incluso a Bildu, dar apoyos y/o abstenerse.
Y en el hasta ahora último capítulo del show, el PNV dice públicamente que sabe algo, extraoficialmente, que parece contradecir la versión oficial de las intenciones forales. Algo que ignoramos los demás. Bien, pues seguiremos atentos al siguiente episodio del serial, impacientes por ver el final feliz que, esto está claro, el autobús urbano necesita.
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