Rosa Lorena Oliveros no pudo contener por más tiempo la tensión. Había terminado de prestar declaración en el juicio que se celebra por la muerte de su hija Yasmín Rodríguez. La magistrada le dijo que ya había terminado, que podía levantarse y abandonar la sala o permanecer en ella y ver el desarrollo de la vista. Rosa Lorena rompió entonces a llorar. En los bancos del público se hallaban su otra hija, Rosa, y su nieta Angie, hija de Yasmín. Ambas caminaron presurosas hasta el estrado para atenderle y consolarle. Le cogieron de la mano y permanecieron junto a ella unos segundos. Pensaron que no tardaría mucho en superar la crisis emocional que le atenazaba e impedía moverse. Pero no fue así, la madre de Yasmín sufrió entonces un desvanecimiento que le hizo perder la conciencia. «¡Mami!, ¡mami!» le decía su hija. Ella no respondía.
La juez se levantó. También lo hicieron los letrados. Uno de los miembros del jurado popular empezó a abanicarle con su cuaderno. Fueron momentos de mucho nerviosismo. El acusado bajó la cabeza y se llevó las manos a los ojos. No se atrevía ni a mirarla.
Todos los presentes pensaron en que había que llamar a las asistencias. Afortunadamente, Rosa Lorena recobró el conocimiento. Algo más tranquila, aunque entre sollozos, abandonó la sala del brazo de familiares y allegados.
Fue el momento de tensión de la cuarta jornada del juicio que tiene lugar en la Audiencia contra el presunto asesino de Yasmín Rodríguez. La madre de la víctima recordó que llegó a España en 2005. «Hasta entonces me había ocupado de cuidar a mis tres nietos: los hijos de Rosa y Yasmín».
La progenitora reiteró lo que otros familiares y amigos de la fallecida ya habían manifestado en jornada precedentes. Señaló que el inculpado, Edward Enrique Sanclemente, vigilaba y acosaba a Yasmín. «Mi hija estaba agobiada. Le seguía y le llamaba muy a menudo», dijo.
Detalló que «nunca me gustó Edward», si bien precisó que «siempre respeté la voluntad de Yasmín. Era la felicidad de ella».
La mujer explicó que tuvo conocimiento de la ruptura de la relación sentimental entre su hija y el procesado y también de que al cabo de unos meses la pareja se había dado una nueva oportunidad. «Cuando supe que lo estaban retomando, le dije que con los que son enemigos de los hijos no se vuelve. Se lo dije porque sabía que Edward predisponía a Yasmín en contra de su hija Angie. Él le decía que no se sacrificara por ella».
Muy trabajadora
La madre definió a su hija como una mujer «muy alegre, trabajadora, emprendedora. Luchaba por su vida y también por mí».
El testimonio de la progenitora de Yasmín encontró ayer réplica en la declaración que prestó una hermana del acusado. Esta testigo, residente también en Gipuzkoa, recordó que tanto su familia como la de la víctima estaban unidas por lazos familiares. «Somos primos de segundo grado. Nos conocíamos desde que éramos niños. Solían venir a nuestra casa», relató.
La hermana explicó que los problemas de convivencia de la pareja surgieron después de que Yasmín creyera que Edward mantenía una relación sentimental con alguna de las mujeres del club de alterne donde el acusado trabajaba. «Yasmín fue incluso a hablar con la chica en cuestión. Le dijo que sus sospechas no eran ciertas. Que lo único que había entre ellos era amistad y que no iba a perderla porque a ella le molestara. Yo nunca vi a mi hermano con otra mujer, no me contó que tuviera una relación con otra persona. A mi casa no ha entrado con otra que no fuera Yasmín», dijo. En su opinión, la separación matrimonial fue más bien producto «de los celos de ella», y añadió que su hermano no echó de casa a Yasmín como algunos testigos habían afirmado.
La hermana aseguró ante el jurado que pese a la ruptura, la relación entre ambos continuó. «Seguían hablando. Un mes después de que lo dejaran, incluso les vi haciendo la compra juntos», indicó.
«Se tambaleaba»
Ayer también testificó una de las mujeres empleadas en el club del alterne en el que trabajaba el acusado. Esta persona compartía además piso con Edward Enrique Sanclemente.
La mujer manifestó que la tarde de los hechos el acusado consumió «entre 6 y 7 vasos de whisky. Nunca le había visto beber. En el club, cuando alguien le invitada tomaba refrescos o Red Bull porque luego tenía que llevar a la chicas en coche a sus casas».
La testigo expuso que el acusado estuvo bebiendo durante dos horas aproximadamente. «A eso de las once de la noche, ya no se le entendía lo que decía. Estaba borracho. Cuando se levantó no podía ni caminar. Se golpeaba contra las paredes. Le llevé a la cama para que se acostara. Seguido, yo me fui a mi habitación».
La mujer explicó que al cabo de unos minutos escuchó cómo el acusado recibía una llamada telefónica y que poco después se abría la puerta de casa. No pudo precisar, sin embargo, si fue el acusado quien abandonó la vivienda o si el ruido de la apertura de la puerta obedecía a la llegada de otra de las personas que vivían en el piso.
«No tuve más noticias de Edward hasta que a las tres o tres y media de la madrugada me llamó por teléfono. Me sorprendió porque lo había dejado borracho en su cama y estaba en la calle. Le pregunté si había cogido el coche, que cómo podía haberlo hecho en aquel estado y si quería que fuera a buscarle», declaró la testigo.
La compañera de piso recordó que apenas pudo entender lo que Edward le decía. «No sé por qué me llamo. Estuvo bastante callado y lo poco que dijo no se le entendía. La voz se entrecortaba y había mucho ruido, era de música».
La testigo afirmó de igual manera que no le pareció que Edward se comportara de forma celosa. Confirmó que Yasmín frecuentaba la casa del acusado y que se quedaba a dormir en su habitación. Añadió también que la pareja hablaba de emprender un viaje en un crucero.
Hoy comparecerán en el juicio los médicos forenses.
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