viernes, 15 de enero de 2021

«Me dijeron que me iban a quemar las partituras y me lancé a improvisar»

Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 15 de Enero de 2021.

«Me dijeron que me iban a quemar las partituras y me lancé a improvisar»

El violín le acompaña desde los siete años y a cualquier ritmo o melodía, incluso si es la canción del veranoAntton Ganzarain Violinista sin partituras

No todos los violínes son clásicos, Antton demuestra que hay música más allá de las partituras y que un violín suena de maravilla en la playa. /
No todos los violínes son clásicos, Antton demuestra que hay música más allá de las partituras y que un violín suena de maravilla en la playa.
YLENIA BENITO

El pianista estadounidense y director de big band Count Basie dijo una vez que «el swing es cuando varias cosas buenas se juntan y te hacen marcar el ritmo con el pie». Basie no especificó si el pie se mueve igual en sandalias o zapatos, pero Antton confirma y demuestra que la música puede sentirse igual en chan-clas o elegantes mocasines. Él ha hecho marcar muchos ritmos con los pies en la República Dominicana, en Ibiza o sobre las tablas de un escenario. El calzado varía, pero lo que no cambia es el instrumento. El violín. Ese compañero de viaje que lo acompaña desde los 7 años y que le ha traído tantas cosas buenas. El swing a Antton lo ha llevado por las melodías más clásicas de Mozart hasta los ritmos más pegadizos de Luis Fonsi. Y es que lo que importa es que algo se te mueva por dentro y por fuera, los pies.

–Antton, te vi en la gala Kultura Km0 y no solo hiciste bailar a Josune y Jon de 22Academy...

–(Risas) Lo pasamos bien. Para mí fue una actuación muy especial. No pisaba el Amaia desde que gané el concurso de jóvenes intérpretes en 2001, me hizo muchísima ilusión volver a estar allí con el violín.

MÚSICA«Fui a Ibiza a trabajar en un hotel, pero acabé tocando el violín en Space Ibiza los sábados»EXPERIENCIA«En Republica Dominicana toqué mucho y me acostumbré a hacerlo en chanclas»

–Casi 20 años después, ¿tú y tu violín habéis cambiado mucho?

–Yo creo que sí, acumulamos muchas aventuras juntos. Incluso al otro lado del océano.

–Antes de cruzar, cuéntame, ¿cuándo descubres el violín?

–Hace bastante tiempo, la verdad. Con 7 años, mi madre me engañó con la excusa de ver si quería hacer amigos en el 'conser' y yo que era muy guindilla allí que me fui, al conservatorio. Después de las primeras audiciones en la capilla de la Virgen de la Milagrosa, me fui por las cuerdas y elegí el violín.

–¿Recuerdas qué es lo que te llamó la atención?

–En realidad, viéndolo con perspectiva, yo creo que fue gracias a las audiciones que se hacían en los coles. En una de ellas, yo me quedé prendado con el violín.

–Prendado del violín y con muchos nuevos amigos.

–(Risas) Sí, eso también. La verdad es que de pequeño era muy sociable e hice muchos amigos.

–Pero nadie como el violín, que intuyo te ha acompañado mucho...

–¡Siempre! Estudié turismo, pero el violín me ha acompañado siempre. Lo del violín electrónico empecé con 16 años cuando tocaba en varios grupos indies con un estilo punk raro. Luego, la cosa fue más seria a raíz de tocar con un grupo de jazz.

–¿Por qué?

–En el segundo ensayo me dijeron: «bueno, estos son los papeles pero en 15 días te los vamos a quemar».

–¿Fuego a las partituras?

–Sí, la idea era sacarme un poco de lo clásico, de anotar todos los detalles y seguir la partitura. Y ahí es cuando solté las partituras y me dediqué a la improvisación y a músicas que me pudieran gustar más.

–Menuda revolución...

–Es otro estilo, pero sin duda lo clásico, como en otras disciplinas, es la base para hacerlo bien.

–¿Y este otro estilo a dónde te ha llevado?

–No fue el violín. En realidad fue la carrera. En el último año me fui a Ibiza a trabajar a un hotel como ayudante de recepción, pero acabé tocando en Space Ibiza todos los sábados en una fiesta que se llama Café Olé. Ese invierno del 2011, la nieve no llegaba y yo había echado el currículum en Jaca y en Baqueira para trabajar en turismo. Nada que ver con el violín, pero me salió la oportunidad de irme a República Dominicana y me fui. ¡Me fui de aventura!

–¿A trabajar?

–Me fui a trabajar de hotelero y con el sueldo dominicano a, como dicen allí, 'pelarmela' y trabajar muchísimo. Lo que pasa es que, como los sueldos eran tan bajos, me agarré a las oportunidades que me iban surgiendo.

–¿Te llevaste el violín?

–¡Claro! Además venía de tocar en Ibiza de otra forma, así que fue más fácil proponer ese flow. Poco a poco fui buscando esa salida con el violín en un lugar en el que hay 110 hoteles que tienen un presupuesto en 'artisteo' muy grande. Así empecé a trabajar en los eventos de los hoteles. Al final, solté la hotelería y me dediqué solo a tocar única y exclusivamente el violín.

–Te dedicaste a una vida mejor...

–Las condiciones eran mucho mejores. Trabajaba dos o tres eventos de un par de horitas y facturaba muy bien. Era mucho trabajo, pero diferente y uno se acostumbra a vivir en chancletas.

–¡Y sin partituras!

–Claro, ese tipo de eventos te obliga a tocar un poco a la carta y lo que te van pidiendo. Yo le daba mi toque, pero siempre era víctima del mainstream. (Risas)

–¿Cuánto tiempo estuviste tocando en chancletas?

–Ocho años. Me acostumbré, pero bueno, es verdad que a 6.000 kilómetros la familia se echa de menos y en octubre del año pasado volví.

–¿Volviste para el confinamiento o para la gala Kultura Km0?

–¡Si lo hubiera sabido! (Risas) Me he tenido que dar de baja de autónomos. Menuda situación, ¡lo llevamos como podemos!

–Seguro que tienes proyectos para ese violín...

–Este año me ha servido para darme cuenta de que hay ganas, hay eventos y buenos lugares. Hay mercado y volverá. De momento estoy trabajando en un proyecto personal de multi-instrumento. Estoy investigando, pero también abierto a nuevas oportunidades en cualquier parte del mundo.

No hay comentarios: